El agua y las autopistas

Este artículo salió publicado el pasado domingo en el Expectativas de Ideal.

Dicen algunos que saben que la situación actual de nuestro modelo de desarrollo es de crisis. Y que, aunque nuestras tasas de crecimiento son de las más elevadas del continente, sólo estamos cavando una tumba más grande para cuando la naturaleza nos ajuste las cuentas.
Recuerdo que hace unos meses traje a estas páginas una crítica de un artículo de Michael Crichton sobre la perspectiva que el liberalismo tiene del cambio climático y de sus consecuencias. En aquel artículo abogaba por la preeminencia del sencillo criterio de prudencia, es decir, que si algo puede ocurrir, hay que actuar de forma que su efectiva ocurrencia se minimice. Sin embargo, nuevos datos científicos vienen a poner de nuevo de actualidad la cuestión. Y a este que les escribe, que tiene dos hijos y que desea que sus nietos disfruten de la variedad de paisajes con los que cuenta esta provincia, no puede por menos que preocuparse hondamente por lo que ve.
Vayamos a los hechos. Junto con el calentamiento global, fenómeno que, a pesar de lo que dicen los liberales, cada día cuenta con más evidencia empírica, hemos creado un efecto que actuaba en sentido contrario: el oscurecimiento global. Este fenómeno filtra las radiaciones solares y contribuye a una menor evaporación en el hemisferio norte. Está provocado por las emisiones contaminantes sólidas y sus efectos negativos pueden ser tan nocivos como la fuerte sequía que asoló el Sagel en los años 80. La cosa es que, ahora que nos estamos esforzando en minimizar en Europa estas emisiones nocivas para el medio ambiente y para la salud humanas, las consecuencias del efecto invernadero se evidencian totalmente, ya que la mayor limpieza del aire elimina el oscurecimiento. Y las primeras valoraciones no pueden ser más preocupantes, los problemas ya descubiertos y descritos con anterioridad se agudizan de forma importante.
Otro hecho, Almería se sitúa en el cuadrante de Europa con mayores problemas de desertificación y con menores índices de pluviosidad. Al tiempo más de un 40% de su PIB depende directamente de la existencia de disponibilidades hídricas, sin mencionar la obviedad de que cualquier actividad humana precisa de este líquido, comenzando por la propia subsistencia. Por otro lado, ese 40% tiende a aumentar en el futuro, ya que tanto la población como las actividades demandantes de agua son las que más crecen. En este sentido, no se debe olvidar que el maná de la construcción de viviendas para turismo residencial o los campos de golf generan una nueva demanda de recursos hídricos en un territorio que en 2000 ya tenía un déficit estructural de 320 hectómetros cúbicos.
Por último, un recuerdo vago. Me suena haber visto o leído algún comentario de los responsables del tráfico de la ciudad de Londres. Cada vez que desdoblaban una carretera de acceso a la ciudad para aliviar los problemas de cpngestión, terminaban teniendo al poco tiempo los mismos problemas multiplicados por dos. O, en términos de la Ley de Say, cada nueva oferta genera un aumento de la demanda que, en estos casos, hace inútil la inversión realizada, puesto que no se logra vencer el objetivo previo. Y me parece que algo así es lo que sucede con el agua. Que la disponibilidad de nuevos recursos hace aflorar una demanda nueva que hace inútil el esfuerzo en términos de solución del problema.
Es evidente que a este paso tendremos que desarrollar una potente industria de desalación de aguas para atender las demandas actuales y futuras de la provincia, aunque al paso que va el crecimiento de la Almería urbanizada tendremos pronto que sustituir los chiringuitos por desaladoras. Y, de forma más general, dada nuestra situación geográfica y nuestra dependencia del clima en gran parte de las actividades económicas, Almería es una de las zonas del planeta más interesadas en el cumplimiento de los objetivos del Protocolo de Kioto, por mucho que suponga pérdida de puntos de crecimiento del PIB, ¿de qué nos sirve ser más ricos si nos cargamos el medio en el que vivimos?
Como estrategia de desarrollo futuro deberíamos abrir líneas de investigación en las áreas de ahorro energético, construcciones bioclimáticas, energías alternativas, etc. No es sólo una cuestión de economía, aunque también, es sobre todo puro egoísmo. No sé si me entienden.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cambio de modelo, sí o sí

¿RSS-lo-cualo?

Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos