Nunca mejor dicho lo del temporal

El 15 de julio del año de Gracia de dos mil y cinco, partió del Puerto de Aguadulce la Nao Revirado, que tan extraño nombre portaba por las malas pasadas que los hados del destino deparaban a su armador y capitán. Este hombre, avezado en la navegación deportiva, pero alejado del mar durante décadas, quiso con esta nao recuperar los recuerdos dormidos y hacer partícipeS de su dicha a sus allegados.
Así que en el día ya reseñado hízose a la mar con una querida pero inexperta tripulación camino de lo que había de ser un fin de semana de ensueño en las plácidas aguas de la Cala de los Genoveses, llamada así por ser dónde los comerciantes genoveses se protegían de los malos espíritus del Mediterráneo.
La travesía comenzó con mar en calma y sin viento, condiciones que propiciaron el encendido del motor así como el reparto de cervezas heladas entre la tripulación. Con el espíritu alegre y algo aturdidos por el sol, llegaron a la altura de la villa de Almería, que como ya se han podido imaginar sus mercedes era un paso obligado dadas la inexperiencia de capitán y marinería. Para ese entonces debieran ser la trece horas del día, esa hora en la que la mala suerte se ceba con los desdichados. El viento comenzó a arreciar, haciendo malos los pronósticos de un día antes. Las condiciones de la mar, sin embargo, eran buenas y con el espíritu alegre y el alma acojonada enfilaron la proa hacia el Cabo de Gata. Dos horas después, tras una navegación a ratos de través (los menos) y a ratos en ceñida, los que más, nuestros navegantes otearon el faro del Cabo y pudieron comprobar como la baliza de seguridad que aparecía en las cartas electrónicas (GPS) no estaba dónde debiera. Esquivando las zonas de peligro (pero menos para las embarcaciones de pequeño calado) fuéronse acercando a la costa, aprovechando un viento del Sur que les permitió encarar la entrada a Genoveses con una cómoda empopada y tras cinco horas de navegación.
Nada más llegar a tan paradisíaco lugar, nuestros inocentes navegantes descubrieron que había qe hacerse huecon entre los numerosos barcos qiue en la rada había. Más inasequibles al desaliento, se vieron obligados a echar el ancla por dos veces, puesto que la primera de ellas cayó sobre una plataforma rocosa. Una vez logrado el objetivo, se dieron un maravilloso baño y se dispusieron a degustar la cena. Habíanse acomodado a la mesa, en la bañera del barco, con los platos, vasos y cubiertos de papel y plástico cuando una fuerte racha de viento hizo que todas las viandas salieran volando por doquier. El rojo gazpacho teñía de carmesí el suelo de la bañera, las patatas fritas flotaban alrededor del barco y la mayor parte de los platos se hallaban volcados en la propia mesa. Pero no era ésta la mayor broma que les deparaba el destino. Los vecinos de babor comenzaron a alejarse empujados por el viento, ocasión que aprovecharon los intrépidos navegantes para disertar sobre la conveniencia de cerciorarse de la correcta situación del fondeo. Más para colmo de desgracias comprobaron cómo al poco tiempo ellos también eran arrastrados por las fuertes ráfagas que Eolo les mandaba. El capitán, siempre optimista, mandó recoger el ancla y dirigir la nave hacia el puerto de San José, situado a poca distancia de allí. Su plan era alquilar un amarre esa noche para así garantizarse una pernocta tranquila. Sin embargo, el puerto estaba completo y desde la torre le juraron por Snoopy que la previsión para la noche era de calma.
Volvieron pués a la rada y lograron finalmente que el ancla no garreara. Prepararon nuevamente los platos, pero esta vez en el interior del casco, y tras una opípara y bien regada cena diéronse un baño en las aguas de la bahía. Como a esas alturas el capitán no se fiaba ya ni de su sombra, y mucho menos de su equipo de fondeo, montó guardias de 2 horas para comprobar la posición del barco y se fueron todos a dormir. O al menos a intentarlo.
Amaneció con una calma absoluta, la cual aprovecharon estos inocentes madelmanes del destino para bañarse justo al amanecer y para prometerse una jornada tranquila y reposada por fín. Nada más lejos de la realidad... (CONTINUARÁ)

Comentarios

  1. Eso, eso... que continúe. Y si puede ser antees del domingo mejor, a ver si te va a salir la tripulación en desbandada... ya se sabe: lobo de mar escaldado, de aguas turbulentas huye :D

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  2. :-)
    Pues casi que lo dejo para la semana que viene...

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