Nosotros mismos
Es curioso lo que podemos llegar a pensar sobre nosotros mismos. Hace unos meses colaboré en un Taller de Participación Ciudadana en el seno del Foro Ciudad de Almería que pretendía identificar los problemas más acuciantes de la ciudad. En realidad, a estas cosas ya va uno condicionado de casa y adivina lo que va a salir. Sin embargo, en esta ocasión, me vi sorprendido por uno de los problemas que salían. Los asistentes al Taller coincidían, en gran medida, en señalar que uno de los peores problemas de la ciudad somos sus habitantes, los almerienses.
Cuando se trató de profundizar un poco más, aparecieron la apatía, la falta de concienciación, el desánimo, la baja autoestima. Un panorama desolador para un economista y un vergel para los sociólogos.
Hay, sin embargo, debajo del panorama sombrío que sobre la ciudadanía hacen los propios ciudadanos algunos rasgos positivos. Por ejemplo, es evidente que tenemos capacidad de autocrítica, incluso un poco excesiva. Otro rasgo reseñable es que con el diagnóstico del problema se identificaban algunas causas, entre ellas un curioso círculo vicioso en el que la apatía de los ciudadanos implica menor presión sobre los políticos, lo cual se traduce en un alejamiento entre los intereses de éstos y los de la ciudadanía, lo que genera que los ciudadanos sientan cada vez más lejana la política y se frustren con ella, desembocando en una mayor apatía, que, a su vez, reduce la presión sobre los políticos...
Esperemos que no precisemos tener que ir al psicoanalista para eliminar los complejos y que, al menos, la autoestima haya subido después de los Juegos Mediterráneos. Somos capaces de casi todo, incluso de hacer que nuestros políticos se preocupen de lo que a nosotros nos preocupa.
Cuando se trató de profundizar un poco más, aparecieron la apatía, la falta de concienciación, el desánimo, la baja autoestima. Un panorama desolador para un economista y un vergel para los sociólogos.
Hay, sin embargo, debajo del panorama sombrío que sobre la ciudadanía hacen los propios ciudadanos algunos rasgos positivos. Por ejemplo, es evidente que tenemos capacidad de autocrítica, incluso un poco excesiva. Otro rasgo reseñable es que con el diagnóstico del problema se identificaban algunas causas, entre ellas un curioso círculo vicioso en el que la apatía de los ciudadanos implica menor presión sobre los políticos, lo cual se traduce en un alejamiento entre los intereses de éstos y los de la ciudadanía, lo que genera que los ciudadanos sientan cada vez más lejana la política y se frustren con ella, desembocando en una mayor apatía, que, a su vez, reduce la presión sobre los políticos...
Esperemos que no precisemos tener que ir al psicoanalista para eliminar los complejos y que, al menos, la autoestima haya subido después de los Juegos Mediterráneos. Somos capaces de casi todo, incluso de hacer que nuestros políticos se preocupen de lo que a nosotros nos preocupa.
Comentarios
Publicar un comentario