A morrillazos con la nación

Así, a bote pronto, el derrotero que están tomando las cosas me preocupa, me asusta, me hace dudar de la inteligencia de las personas que consideraba inteligentes. Hace unos meses el Parlamento español se enfrentaba a un envite, posiblemente más definitivo que el propio 23-F (o al menos eso parecía en aquellos días) que fue la tramitación del estatuto vasco, aka Plan Ibarretxe. Finalmente, la sangre no llegó al río y aquel estatuto fue devuelto por una enorme mayoría.
Ahora nos enfrentamos al estatuto catalán, y sobre todas las cosas parece que lo que más irrita es que se autodenominen nación. La verdad es que uno podría pensar que es el paso previo para declararse Estado. Y ese paso podría conllevar un enfrentamiento civil de consecuencias insospechadas. He dicho que estoy asustado, pero no es porque nos pongamos a hablar sobre si Cataluña es o no es nación, o por si debe tener un sistema de financiación distinto. Lo que de verdad me aterra es la forma en la que se está enfrentando este debate, en términos de nosotros contra ellos. Una especie de todo o nada en el que solo puede haber ganadores y perdedores absolutos.
En otro orden de cosas, que Cataluña quiera ser una nación no debería ser problema, al menos si lo endendemos de la forma que lo hacen aquí . Lo que si es un problema es que se pretendan imponer soluciones unilaterales a problemas generales. Me refiero a la financiación autonómica. A mi modo de ver ya fue un error en su día el Cupo Vasco, pues no es de recibo que distintas partes de un Estado en la que todos sus ciudadanos son iguales ante la Ley, tengan diferentes sistemas fiscales. Cierto que, por ejemplo, en nuestro ordenamiento hay impuestos que son diferentes según la ciudad en la que se viva (por ejemplo, el IAE), pero las diferencias son mínimas y están recogidas por la propia norma, aparte de que la incidencia económica de dichos impuestos no es muy relevante.
Como decía no es de recibo que haya comunidades autónomas con más posibilidades que otras a la hora de definir sus fuentes de financiación. Y no lo es porque con ello se pone en cuestión todo el sistema de redistribución de la renta, o porque se da pié a la existencia de comunidades de primera o de segunda (y todos somos iguales ante la ley). Es un debate que nos atañe a todos y que, por tanto, debe ser dirimido entre todos.
Finalmente, y sinceramente, creo que según lo lejos que miremos en el pasado podemos justificar nacionalidades de muy diverso ámbito y sentido, desde la mítica Euskalerría hasta la utópica Al Andalus que iban preconizando los de Nación Andaluza allá por los 80.
Ahora sólo me conformaría con que los mensajes de uno y otro lado olvidarán el esquema catalanes contra españoles que posiblemente, por simple, funcione, pero que ni es real ni puede deparar nada bueno en el futuro.

Comentarios

  1. Anónimo9:53 p. m.

    Macareno, eres genial. Usa todas las ideas de mi weblog, te doy permiso. Y además te doy una idea. A comienzos del curso llegó al Departamento una lindísima interina que me dice confidencialmente que comprende que mientras haya titulares, ella está en precario y no sabe si al año que viene puede seguir. "Y no sólo titulares. Incluso hay catedráticos" Algo debió traicionarme en mi cara que imediatamente preguntó ¿Tú eres catedrático? Yo confesé amargamente que sí. "Pues no se te nota nada" fue la respuesta. Nunca he llegado a saber qué es lo que no se me nota ¿Que soy viejo? ¿Que estoy casi calvo? ¿Que estoy gordo? ¿Que soy catedrático?
    NADIE TIENE EN SU MANO PARAR EL CURSO DEL TIEMPO. (Cervantes)

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  2. Encantado de "coger ideas", pero me temo que no has dejado por ningún lado la dirección de ti bitácora.

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