Iglesia, demagogia y educación
Alucinado me quedo, de verdad. A veces me da la impresión de que vivo en un país absolutamente extraño, absolutamente distinto del que a mi me parecía. Y el sábado me volvió a pasar. Al ver a tanta gente manifestándose por tan poco, o por tan equivocado. Pero vayamos por partes. En primer lugar abogaban contra la desaparición de la asignatura de religión, circunstancia ésta que, por desgracia, no es cierta. La asignatura de religión no es obligatoria, pero como si lo fuera, ya que la opción que tienen los críos en los colegios públicos es estar una hora en el patio o en la sala de profesores, solos. Por cierto, actualmente no se evalúa.
Otra de las reivindicaciones es la libertad de elección de centro educativo. Hecho curioso, porque eso existe actualmente y seguirá existiendo. He tenido que oir a algunas personas diciendo muy serios en la tele que hay aulas vacías en algunos colegios concertados y que no se abren aunque haya padres que lo pidan (y que son derivados a centros públicos). Para que se entienda, eso es como irse a la Clínica Universitaria de Navarra y exigir que le operen a uno allí gratis por el derecho a la libertad de elección de hospital. Lo que tenemos los españoles es derecho a la educación gratuíta, la cual proveerá el sector público con sus medios (y, cuando estos no alcanzan, concertando plazas en centros privados). Y si a alguien no le gusta el colegio que le ha tocado, pues mire usted, elije otro conforme a las posibilidades que le da el sistema y, si no, pues se va a uno de pago.
Por último, tal y como está el cotarro (con los estudiantes españoles a la cola de los europeos en casi todo), lo de menos es la religión, y lo de más son las matemáticas o los idiomas. Más importante es que un niño tenga una hora extra de inglés en el centro a que de religión, formación que puede ser cubierta en la iglesia y en la casa. Se nos suele olvidar que la formación en valores se recibe principalmente en la casa. (Yo me eduqué en un centro religioso, y de mi quinta salieron ladrones, drogadictos, traficantes y políticos de baja estofa moral incluso, gente decente; a pesar de la educación en valores de los salesianos).
Por último, si hay algún motivo para manifestarse es la estupidez de que contra el fracaso escolar se lucha haciéndolo desaparecer. La sociedad actual no funciona así y, por si sirve de parábola, un sistema es tan fuerte como el más débil de sus eslabones. No podemos condenar a la ignorancia a una generación para que unos pocos no se sientan frustrados. Lo que habrá que hacer es dotar mecanismos para que esos pocos se motiven lo suficiente o encuentren alternativas de formación.
¡Qué a gusto me he quedado...!
Otra de las reivindicaciones es la libertad de elección de centro educativo. Hecho curioso, porque eso existe actualmente y seguirá existiendo. He tenido que oir a algunas personas diciendo muy serios en la tele que hay aulas vacías en algunos colegios concertados y que no se abren aunque haya padres que lo pidan (y que son derivados a centros públicos). Para que se entienda, eso es como irse a la Clínica Universitaria de Navarra y exigir que le operen a uno allí gratis por el derecho a la libertad de elección de hospital. Lo que tenemos los españoles es derecho a la educación gratuíta, la cual proveerá el sector público con sus medios (y, cuando estos no alcanzan, concertando plazas en centros privados). Y si a alguien no le gusta el colegio que le ha tocado, pues mire usted, elije otro conforme a las posibilidades que le da el sistema y, si no, pues se va a uno de pago.
Por último, tal y como está el cotarro (con los estudiantes españoles a la cola de los europeos en casi todo), lo de menos es la religión, y lo de más son las matemáticas o los idiomas. Más importante es que un niño tenga una hora extra de inglés en el centro a que de religión, formación que puede ser cubierta en la iglesia y en la casa. Se nos suele olvidar que la formación en valores se recibe principalmente en la casa. (Yo me eduqué en un centro religioso, y de mi quinta salieron ladrones, drogadictos, traficantes y políticos de baja estofa moral incluso, gente decente; a pesar de la educación en valores de los salesianos).
Por último, si hay algún motivo para manifestarse es la estupidez de que contra el fracaso escolar se lucha haciéndolo desaparecer. La sociedad actual no funciona así y, por si sirve de parábola, un sistema es tan fuerte como el más débil de sus eslabones. No podemos condenar a la ignorancia a una generación para que unos pocos no se sientan frustrados. Lo que habrá que hacer es dotar mecanismos para que esos pocos se motiven lo suficiente o encuentren alternativas de formación.
¡Qué a gusto me he quedado...!
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