Enzo Ricordi (III)
“Querido Enzo:
Me voy, preciento que me estoi yendo y que ya no voi apoder seguir ayudandote por mas tiempo. Hace muchos años le prometi a tu madre que no te avandonaria nunca y que te ayudaria sin mesclarte en mis asuntos, creo que e cumplio de sobras la promesa.
“A traves de los años e llegado a quererte como a un ijo aunque tu no tenterabas de ná. Lamento que no ayamos podido hablar y que las distancias entre nuestros mundos no nos permitieran conocernos, bueno que tu me conocieras por que yo a ti creo que te conosco como si te ubiera pario. E vivio mucho y bien. E conosio a muchas mujeres, y con muchas me e acostao. E pasao ambre, e ganao dinero y lo e perdio rápido. Inclusive e estao en la carcel, en la que tube que acerme respetar. E conocio a estrellas de cine y e comio con un presidente del gobierno. No me arrepiento de casi na, tan solo de no aberte hablado alguna vez.
“Enzo, me as costao más dinero que el zángano de mi hijo, y enzima no e podio contarte como te ayudaba. Imagino que abras sufrio intentando adivinar quien era el que solucionaba tus problemas y espero que no ayas pensao que Dios, na mas farso.
Desde que eras niño estube detrás, haciéndote llegar allí dónde ni yo ni mi propio hijo ni siquiera teníamos derecho a pensar.
“Si te escribo ahora es por que lo que diga en esta carta no va a poder cambiar nada de lo ya sucedido y por que quiero que sepas que Santiago Asegurado cumple su palabra de hombre. Tu madre, una bella criatura, me dio sus favores durante años a cambio de que yo me cuidara de ti el resto de mi vida y sin mesclarte en mis asuntos. Me a costao mucho, Dios lo sabe, pero finalmente as llegao a ser un hombre de bien como quería tu madre.
“Ya se que esto no es una conversacion y que te gustaria saber algo mas de mi pero esto no va a ser posible. Cuando me muera e dispuesto que se te entregue esta carta y que se deposite a tu nombre en el Banco Comercial 50 millones que seran mi ultima ayuda. La muerte me libera de mi promesa pero el cariño que te tengo me obliga a tenerte en cuenta en esta hora.
“Querido Enzo, espero que no me tomes a mal algunas de las cosas que emos tenio que hacer para que llegues asta aquí. Tu no eres responsable de ellas, fueron cosa mia y de mi gente. Espero que con esto no sufras, pero no podía dejar este mundo sin que supieras que te e querido como a un hijo y que me as dado mas satisfacciones que mi hijo verdadero”.
Se despedía con un hasta luego, sin hache y firmaba con una letra temblorosa y forzada. La broma había llegado demasiado lejos, estaban jugando con su vida de manera macabra y no pensaba seguir con este juego ni un momento más. Estuvo un par de días llamando a sospechosos del macabro plan televisivo haciéndoles saber que los había descubierto. Sin embargo la reacción airada de la mayoría le hizo pensar que tal vez se había equivocado. A estas alturas todo su interés se centraba en averiguar la verdad de tan extraños sucesos y le pasó desapercibido un furibundo ataque contra su tesis de la igualación mortuoria en unos pasquines aparecidos en el campus.
Finalmente descubrió que no le quedaba más remedio que ir al banco Comercial y comprobar si realmente había 50 millones a su nombre. Eso, desde luego, era demasiado incluso para la televisión. “Si no voy, nunca podré dejar de pensar en ello”, se dijo.
Quiso que el cajero le ofreciera un ramo de flores y que le indicara dónde mirar a la cámara oculta. En lugar de ello le preguntó si tenía intención de retirar algunos fondos. Un vacío se abrió en su mente, intentó borrar la última semana de sus recuerdos apretando los ojos, esforzándose por pensar que aquello era una pesadilla y que debía despertar. Sin embargo, cuando volvió a abrir los ojos el empleado del banco aún seguía esperando una respuesta. “No”, respondió, “déjelo ahí de momento”. Salía del banco presintiendo que los envites fuertes de la tormenta aún no habían llegado, cuando el director de la oficina le llamó por su nombre. “Don Enzo”, dijo, “¿no va usted a ver el contenido de la caja de seguridad?”.
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