¿Será la deflación una solución?
Artículo preparado para el suplemento de economía del Diario Ideal, Expectativas. Vete tú a saber cuándo lo publicarán...
Ya sé que suena raro, hasta a mi me lo parece. Y más despues de ver lo mal que lo han pasado en Japón tras una década deflacionista o el proceso de aceleración de la inflación en España. Incluso es más raro después de haber oído a más de un sabio eso de que los bancos centrales le han ganado la guerra a la inflación. Sin embargo, la idea tiene sobre mi una extraña atracción, porque, si lo que me imagino es cierto, entonces no es que le hayamos ganado la guerra a la inflación, es que pasábamos por aquí yendo de camino a la deflación (proceso de precios en descenso).
La cosa es sencilla y, a la vez complicada, por lo enrevesado de los mecanismos. Pero, como decía Borges, dado que los mares tejen oscuros canjes, y el planeta es poroso, afirmo que cualquier hombre se ha bañado en el Ganges. Mi planteamiento se basa en dos palabras clave: la globalización y el tamaño (medido en número de habitantes). La primera posibilita el crecimiento económico de los países en vías de desarrollo por las vías del comercio, la deslocalización y la inversión extranjera, la segunda pone en cuestión los tradicionales mecanismos de compensación.
Primero, las economías emergentes se especializaban en la producción de bienes en los que se necesitaba mano de obra no especializada, dados sus bajos costes salariales. Las empresas (de industrias y servicios) tendían pues a deslocalizar en dichos países sus actividades más mecánicas. Aquellas que precisaban mano es obra especializada se mantenía en las sedes sociales de dichas empresas, en economías de elevados niveles de vida y elevados salarios. Téngase en cuenta que se suele aceptar que los trabajadores de baja cualificación de los países desarrollados tenían mayores niveles de salario precisamente por tener al lado a los cualificados de elevados emolumentos profesionales.
Sin embargo, la cosa está empezando a cambiar. China e India nos están demostrando que hoy es posible deslocalizar también el trabajo cualificado, del que ambas economías tienen en abundancia. En realidad, lo tienen todo en abundancia, es la maldición de los grandes números. A medio plazo las economías avanzadas no podrán esconderse detrás de sus elevadas especializaciones, la variable estratégica que comienza a vislumbrarse en el futuro es el coste, por encima de la creatividad y ésta en dosis superiores a la especialización. Habrá que lograr tener a muchos trabajadores creativos para seguir manteniendo los niveles de empleo; aunque finalmente, también en China e India los habrá... Hay mucho chino en China. Y al haber tantos trabajadores potenciales, el aumento de los salarios y del nivel de vida en China o India será mucho más lento de lo que lo fue en Hong-Kong o Korea. El escenario es unos países ricos exportando empleo caro y barato, reduciendo por tanto sus niveles de renta. La cosa no será demasiado grave porque es posible que los productos y servicios deslocalizados se compren a precios más económicos, resultando un efecto en términos reales menos dramático que en niveles nominales.
Con todo, estaríamos planteando un escenario de mayor paro, de problemas presupuestarios por el aumento de los costes sociales y la pérdida de ingresos fiscales, unos niveles de renta menores y, por tanto, una menor demanda agregada. Y si la demanda disminuye, los precios se relajan… Las autoridades económicas tendrían que gestionar entonces una situación de crisis con deflación y, además, podrían llegar a apostar por ella como solución para relajar los costes salariales y recuperar competitividad perdida.
¿Me estaré volviendo paranoico o es efectivamente éste un escenario posible? El anuncio realizado por el Deutsche Bank de llevarse a India algunos cientos empleos de elevada cualificación me disparó algo en la cabeza. Claro, también es posible que esto no llegue a suceder porque se interrumpa el proceso de globalización. En cualquier caso, los años que se avecinan son apasionantes desde el punto de vista de un analista económico, siempre que los gabinetes de estudios no terminen también siendo deslocalizadas, claro.
Ya sé que suena raro, hasta a mi me lo parece. Y más despues de ver lo mal que lo han pasado en Japón tras una década deflacionista o el proceso de aceleración de la inflación en España. Incluso es más raro después de haber oído a más de un sabio eso de que los bancos centrales le han ganado la guerra a la inflación. Sin embargo, la idea tiene sobre mi una extraña atracción, porque, si lo que me imagino es cierto, entonces no es que le hayamos ganado la guerra a la inflación, es que pasábamos por aquí yendo de camino a la deflación (proceso de precios en descenso).
La cosa es sencilla y, a la vez complicada, por lo enrevesado de los mecanismos. Pero, como decía Borges, dado que los mares tejen oscuros canjes, y el planeta es poroso, afirmo que cualquier hombre se ha bañado en el Ganges. Mi planteamiento se basa en dos palabras clave: la globalización y el tamaño (medido en número de habitantes). La primera posibilita el crecimiento económico de los países en vías de desarrollo por las vías del comercio, la deslocalización y la inversión extranjera, la segunda pone en cuestión los tradicionales mecanismos de compensación.
Primero, las economías emergentes se especializaban en la producción de bienes en los que se necesitaba mano de obra no especializada, dados sus bajos costes salariales. Las empresas (de industrias y servicios) tendían pues a deslocalizar en dichos países sus actividades más mecánicas. Aquellas que precisaban mano es obra especializada se mantenía en las sedes sociales de dichas empresas, en economías de elevados niveles de vida y elevados salarios. Téngase en cuenta que se suele aceptar que los trabajadores de baja cualificación de los países desarrollados tenían mayores niveles de salario precisamente por tener al lado a los cualificados de elevados emolumentos profesionales.
Sin embargo, la cosa está empezando a cambiar. China e India nos están demostrando que hoy es posible deslocalizar también el trabajo cualificado, del que ambas economías tienen en abundancia. En realidad, lo tienen todo en abundancia, es la maldición de los grandes números. A medio plazo las economías avanzadas no podrán esconderse detrás de sus elevadas especializaciones, la variable estratégica que comienza a vislumbrarse en el futuro es el coste, por encima de la creatividad y ésta en dosis superiores a la especialización. Habrá que lograr tener a muchos trabajadores creativos para seguir manteniendo los niveles de empleo; aunque finalmente, también en China e India los habrá... Hay mucho chino en China. Y al haber tantos trabajadores potenciales, el aumento de los salarios y del nivel de vida en China o India será mucho más lento de lo que lo fue en Hong-Kong o Korea. El escenario es unos países ricos exportando empleo caro y barato, reduciendo por tanto sus niveles de renta. La cosa no será demasiado grave porque es posible que los productos y servicios deslocalizados se compren a precios más económicos, resultando un efecto en términos reales menos dramático que en niveles nominales.
Con todo, estaríamos planteando un escenario de mayor paro, de problemas presupuestarios por el aumento de los costes sociales y la pérdida de ingresos fiscales, unos niveles de renta menores y, por tanto, una menor demanda agregada. Y si la demanda disminuye, los precios se relajan… Las autoridades económicas tendrían que gestionar entonces una situación de crisis con deflación y, además, podrían llegar a apostar por ella como solución para relajar los costes salariales y recuperar competitividad perdida.
¿Me estaré volviendo paranoico o es efectivamente éste un escenario posible? El anuncio realizado por el Deutsche Bank de llevarse a India algunos cientos empleos de elevada cualificación me disparó algo en la cabeza. Claro, también es posible que esto no llegue a suceder porque se interrumpa el proceso de globalización. En cualquier caso, los años que se avecinan son apasionantes desde el punto de vista de un analista económico, siempre que los gabinetes de estudios no terminen también siendo deslocalizadas, claro.
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