Nos estamos yendo al carajo
Hoy ha sido un día realmente surrealista. Esta mañana oía en las noticias, mientras me afeitaba que el PP ha elegido para la junta gestora de Marbella a un abogado que está defendiendo a uno de los imputados en la operación Malaya, la misma que ha provocado que salga a la luz toda la basura que se había estado acumulando bajo las alfombras del ayuntamiento. Y este buen hombre se descuelga diciendo que no entiende que haya ninguna incompatibilidad. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza. Pero es que resulta que los del PA han elegido a sendos señores que han tenido relaciones no del todo claras con el GIL en la Costa del Sol. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza.
Pero es que de camino al trabajo iba escuchando las Interpretaciones que los periódicos estaban haciendo del nuevo consejero de gobernación de la Generalitat de Cataluña, ese que hace unas semanas emitió unas cartas “por equivocación” a varios funcionarios de la administración autonómica pidiéndoles dinero para ERC a cambio de mantener su empleo. Es decir, que el que se supone que tiene que investigar el asunto es ahora el jefe del investigador. ¿Se imaginan cual será el resultado? Y a nadie se le cae la cara de vergüenza.
Pero es que al llegar a casa, he recorrido sin que se me cayera la cara de vergüenza unos 4 metros en dirección prohibida para entrar a mi cochera en el primer tramo de la calle Murcia. Un policia local en motocicleta se ha acercado a mi y me ha echado una merecida bronca por la infracción y me ha dado a entender que me perdonaba la vida y los 450 euros de multa. Pero es que, acto seguido, ha arrancado su moto y se ha marchado en dirección a la plaza de San Sebastián. Si, en dirección contraria, y no se le ha caído la cara de vergüenza por el camino.
¿Se dan cuenta? Nos hemos acostumbrado tanto a que las normas no son para cumplirlas que ya nos parece normal el incumplimiento. No se si es por el día pasado o por qué, pero me da la impresión de que a medida que vamos siendo más permisivos con las sinvergonzonerías, más terreno tienen los sinvergüenzas para seguir subiéndose a las barbas de la sociedad. Sólo así se explica que lo de Marbella haya tardado tanto tiempo en salir a la luz, o que ERC se haya atrevido a nombrar para consejero a alguien bajo sospecha, o que el policía local me eche una bronca para acto seguido pasarse por el arco de triunfo su propia reprimenda.
Al final va a ser cierto el eslogan de la última campaña de Amnistía Internacional: por cada persona que deja de luchar contra la injusticia, necesitamos una que lo haga. No podemos pretender que los demás hagan por nosotros lo que nosotros no nos atrevemos a hacer. Pues si, señores, a los del PP y el PA en Málaga se les tenía que caer la cara de vergüenza, igual que a Maragall y sus socios de ERC, a mi, o al policía municipal incongruente y para ello tenemos que sentir claramente que nuestra conducta ofende a los demás.
Pero es que de camino al trabajo iba escuchando las Interpretaciones que los periódicos estaban haciendo del nuevo consejero de gobernación de la Generalitat de Cataluña, ese que hace unas semanas emitió unas cartas “por equivocación” a varios funcionarios de la administración autonómica pidiéndoles dinero para ERC a cambio de mantener su empleo. Es decir, que el que se supone que tiene que investigar el asunto es ahora el jefe del investigador. ¿Se imaginan cual será el resultado? Y a nadie se le cae la cara de vergüenza.
Pero es que al llegar a casa, he recorrido sin que se me cayera la cara de vergüenza unos 4 metros en dirección prohibida para entrar a mi cochera en el primer tramo de la calle Murcia. Un policia local en motocicleta se ha acercado a mi y me ha echado una merecida bronca por la infracción y me ha dado a entender que me perdonaba la vida y los 450 euros de multa. Pero es que, acto seguido, ha arrancado su moto y se ha marchado en dirección a la plaza de San Sebastián. Si, en dirección contraria, y no se le ha caído la cara de vergüenza por el camino.
¿Se dan cuenta? Nos hemos acostumbrado tanto a que las normas no son para cumplirlas que ya nos parece normal el incumplimiento. No se si es por el día pasado o por qué, pero me da la impresión de que a medida que vamos siendo más permisivos con las sinvergonzonerías, más terreno tienen los sinvergüenzas para seguir subiéndose a las barbas de la sociedad. Sólo así se explica que lo de Marbella haya tardado tanto tiempo en salir a la luz, o que ERC se haya atrevido a nombrar para consejero a alguien bajo sospecha, o que el policía local me eche una bronca para acto seguido pasarse por el arco de triunfo su propia reprimenda.
Al final va a ser cierto el eslogan de la última campaña de Amnistía Internacional: por cada persona que deja de luchar contra la injusticia, necesitamos una que lo haga. No podemos pretender que los demás hagan por nosotros lo que nosotros no nos atrevemos a hacer. Pues si, señores, a los del PP y el PA en Málaga se les tenía que caer la cara de vergüenza, igual que a Maragall y sus socios de ERC, a mi, o al policía municipal incongruente y para ello tenemos que sentir claramente que nuestra conducta ofende a los demás.
Pues va a haber que darle la razón a un buen amigo mío que proclama que lo más extremista y antisistema que se puede hacer hoy en día es... seguir las normas. :)
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