Salud y República
Ya sé que es un poco tarde, es lo que tiene estar de vacaciones de las de verdad, desconectado del mundanal ruído, del ruído de la prensa, porque del casero he tenido estos días para dar y regalar. Hace 75 años y dos días España logró uno de sus sueños, izó la bandera republicana y comenzó un proyecto político que terminó en pesadilla. No era el mejor momento. En Europa dos movimientos totalitarios pugnaban por el poder, de un lado el fascismo, de otro el comunismo. En España a eso se le sumaba el anarquismo, que tuvo una profunda representación entre el pueblo.
Imagino que si se hubiese declarado antes, o después, otro gallo nos hubiera cantado. Sin embargo, Franco se sublebó, y el ejército con él y comenzaron una guerra que sabían ganada, mientras que las potencias miraban de reojo para Alemania y los presidentes de la república intentaban prolongar la lucha hasta el máximo, con el ojetivo de que España fuera un frente más en la guerra que se avecinaba. Pero no pudo ser. Tuvimos que vivir 40 años de dictadura, 40 años en los que no existió la libertad de expresión, ni la de reunión, ni siquiera alguna tan privada como el ejercicio de la opción sexual (como aún sucede en algunas democracias, dicho sea de paso).
Pero dejemos el pasado en su sitio, hablemos de futuro. ¿Es posible una tercera república en España? ¿Estamos preparados para ello? Sinceramente, creo que sí. Hoy sabemos que la república es una opción de organización estatal, no una opción ideológica de izquierdas. Al fin y al cabo hay repúblicas profundamente consevadoras en el mundo y en todas ellas hay partidos de derechas, de izquierdas y de centro. España cuenta ya con 30 años de democracia, el sistema de partidos está (creo y espero) firmemente consolidado y la actual discusión de los estatutos abre la opción de la modificación de nuestra constitución.
Por otro lado, la historia de la humanidad es también la historia del cambio de las organizaciones sociales, organizaciones que respondían a la escala de valores imperante en cada momento y a los juegos de poder económico y político, incluso a los sistemas de producción. La monarquía es un sistema muy antiguo, aunque poco a poco ha ido despojándose en la mayor parte de los países desarrollados (si quieren, occidentales) de sus connotaciones divinas y de poder temporal, siendo apenas un vestigio del pasado. En España, el rey Juan Carlos ha sido una pieza clave para la consolidación de la democracia, parece que en este punto todo el mundo está de acuerdo, ¿significa eso que sus descendiente tienen derecho a heredar un sueldo oficial y la jefatura del Estado? Me parece que no. La monarquía es una paparrucha histórica en pleno siglo XXI y un verdadero atentado a los principios de cualquier democracia: igualdad ante la ley e igualdad de oportunidades. No nos parecería lógico que las direcciones generales o los puestos de bedeles fueran herediarios... ¿Por qué ha de serlo el de Jefe del Estado? ¿Por qué no puedo aspirar yo o cualquier otro a serlo? Vivimos en el tiempo de las elecciones individuales, y sin embargo mantenemos vestigios trasnochados del pasado en el que se decidía por nosotros.
Así que debemos comenzar a pensar en cambiar nuestra democracia parlamentaria por una República. Para ello no hace falta cambiar la bandera, si acaso el escudo ligeramente, y si la constitución. No hace falta eliminar el título de rey, que siga, que se pueda heredar como el de Duque de Alba, pero que no suponga ningún condicionante institucional. Incluso, si quiere el rey o la reina de España, que se presente a las elecciones para presidente de la Tercera República Española.
Imagino que si se hubiese declarado antes, o después, otro gallo nos hubiera cantado. Sin embargo, Franco se sublebó, y el ejército con él y comenzaron una guerra que sabían ganada, mientras que las potencias miraban de reojo para Alemania y los presidentes de la república intentaban prolongar la lucha hasta el máximo, con el ojetivo de que España fuera un frente más en la guerra que se avecinaba. Pero no pudo ser. Tuvimos que vivir 40 años de dictadura, 40 años en los que no existió la libertad de expresión, ni la de reunión, ni siquiera alguna tan privada como el ejercicio de la opción sexual (como aún sucede en algunas democracias, dicho sea de paso).
Pero dejemos el pasado en su sitio, hablemos de futuro. ¿Es posible una tercera república en España? ¿Estamos preparados para ello? Sinceramente, creo que sí. Hoy sabemos que la república es una opción de organización estatal, no una opción ideológica de izquierdas. Al fin y al cabo hay repúblicas profundamente consevadoras en el mundo y en todas ellas hay partidos de derechas, de izquierdas y de centro. España cuenta ya con 30 años de democracia, el sistema de partidos está (creo y espero) firmemente consolidado y la actual discusión de los estatutos abre la opción de la modificación de nuestra constitución.
Por otro lado, la historia de la humanidad es también la historia del cambio de las organizaciones sociales, organizaciones que respondían a la escala de valores imperante en cada momento y a los juegos de poder económico y político, incluso a los sistemas de producción. La monarquía es un sistema muy antiguo, aunque poco a poco ha ido despojándose en la mayor parte de los países desarrollados (si quieren, occidentales) de sus connotaciones divinas y de poder temporal, siendo apenas un vestigio del pasado. En España, el rey Juan Carlos ha sido una pieza clave para la consolidación de la democracia, parece que en este punto todo el mundo está de acuerdo, ¿significa eso que sus descendiente tienen derecho a heredar un sueldo oficial y la jefatura del Estado? Me parece que no. La monarquía es una paparrucha histórica en pleno siglo XXI y un verdadero atentado a los principios de cualquier democracia: igualdad ante la ley e igualdad de oportunidades. No nos parecería lógico que las direcciones generales o los puestos de bedeles fueran herediarios... ¿Por qué ha de serlo el de Jefe del Estado? ¿Por qué no puedo aspirar yo o cualquier otro a serlo? Vivimos en el tiempo de las elecciones individuales, y sin embargo mantenemos vestigios trasnochados del pasado en el que se decidía por nosotros.
Así que debemos comenzar a pensar en cambiar nuestra democracia parlamentaria por una República. Para ello no hace falta cambiar la bandera, si acaso el escudo ligeramente, y si la constitución. No hace falta eliminar el título de rey, que siga, que se pueda heredar como el de Duque de Alba, pero que no suponga ningún condicionante institucional. Incluso, si quiere el rey o la reina de España, que se presente a las elecciones para presidente de la Tercera República Española.
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