El esquema conceptual

Partiendo de un gráfico simple de gran poder explicativo de René Passet, consistente en tres círculos concéntricos de distinto radio, y de algunas lecturas, la otra noche cristalicé este esquema de relaciones entre los sistemas económico, social y natural, posiblemente erróneo, pero asimismo útil, para comprender la importancia del cambio en los valores de la sociedad del que he estado escribiendo en los últimos posts. El círculo más amplio de Passet es la biosfera, el intermedio es el de las relaciones humanas y el más pequeño es el de las relaciones económicas. Sencillo y efectivo: la economía se desenvuelve (aunque suela olvidarlo) dentro de los límites de la biosfera; ergo sin ella, tampoco hay relaciones humanas ni mucho menos economía.
En el esquema que propongo lo único que hago es incardinar el sistema de valores en las relaciones de Passet. Esos valores de la sociedad definen nuestra forma de interactuar con la naturaleza a través del sistema social (lo que he denominado actividades no económicas y que puden ser desde comportamientos favorecedores de la sostenibilidad como contrarios a ella, pero cuyo origen no es una motivación económica, por ejemplo: la declaración de parques naturales). A través del sistema social, los valores se materializan en leyes y ordenanzas que son el principal instrumento de control del sistema económico. Este límite suele ser, además, un límite fuerte, al menos en los países desarrollados, donde el incumplimiento suele tener repercusiones para los agentes económicos. Existe, además, una limitación más laxa que proviene directamente del sistema de valores preponderante. En este caso la limitación actúa a nivel individual, más que colectivo, y que influye en el proceso de toma de decisiones de los agentes a un nivel más subconsciente.

En ocasiones, la presión de una parte particularmente sonora de la sociedad puede inducir cambios legales que pretendar operar en favor de la conservación del medioambiente. Sin embargo, si el sistema de valores mayoritario no se ha modificado, el cumplimiento de la ley no será muy elevado. A modo de ejemplo recuerdo mi experiencia a principios de los 90 como empresario del sector de la recogida de residuos químicos (concretamente, del sector fotográfico). La novedosa ley andaluza prohibía su vertido a la alcantarilla. Mi empresa pretendía recoger estos residuos, retirar la plata que contenían y que esta recuperación costeara parte del proceso de inertización. Ninguno de nuestros posibles clientes estaba dispuesto a pagar por la retirada del producto, antes al contrario, la mayor parte de ellos querían cobrar por el valor de la plata incluido en los químicos. Y la Administración, por otro lado, tampoco mostró ningún interés por hacer cumplir su propia normativa. Simplemente, el sistema de valores de entonces (desgraciadamente, casi igual que el actual) no consideraba necesaria esa operación. Resultado: empresa fallida.
Por eso insisto en los últimos tiempos que antes que el cambio legal debe producirse el cambio en nuestro esquema de valores ético-moral. Una vez producido éste, actuará como limitante doble: desde el punto de vista de una legalidad acorde con el nuevo sistema y desde el punto de vista de los comportamientos individuales.
La tragedia es que el mecanismo de concienciación (reflejado también en el esquema) actúa de forma demasiado lenta y es posible que no alcance para que la situación sea recuperable, al menos en un plazo razonable.

Comentarios

  1. Anónimo10:43 p. m.

    Aunque no puedo más que darte la razón en que la solución es un cambio de nuestro esquema de valores ético-morales, no creo que el camino sea el que marcas, es decir cambio de esquema - cambio de legalidad - cambio de comportamientos. Más bien diría que es lo contrario. Dicen algunos economistas que el crecimiento se debe a la suma de egoismos inviduales que buscan su propia satisfación.
    Y aunque no me gusta, debo estar de acuerdo en que así funciona nuestro mundo.
    Y rizando el rizo mi conclusión es: hasta que a nuestro bolsillo individual no nos lleguen esas consecuencias negativas no se hará nada a título colectivo.
    Hasta que no haya una percepción real e individual, bien de aumento de los impuestos, bien de aumento de la mortalidad, bien de escasez de bienes, no se hará nada.
    Semos personas humanas

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  2. Y lo primero que se hará será concienciarnos de que nuestros valores eran equivocados y los volveremos a cambiar. Solo que, a lo peor, entonces ya serán irreversibles muchos de los males ambientales que estamos generando.

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  3. Anónimo4:35 a. m.

    Me ha encantado tu diagrama.

    No sé si llegué a hablarte del concepto de «SOOS comarcal». Inspirándonos en el modelo del altépetl mesoamericano podemos suponer la «comarca» como el ambiente socio-político-económico-ecológico natural de una comunidad organizada. Al ver tu esquema me ha recordado inmediatamente a este modelo de organización.

    Pero hay más. Si identificamos las relaciones organizacionales estamos en situación de modelarlas e incluso de implementarlas sobre soportes digitales. Como bien sabrás es la oportunidad para mejorar la eficiencia de las actividades y, muy importante, poder diagnosticar el estado de la comunidad, en todos los aspectos medibles. Esta es la oportunidad para tener conciencia de la consecuencia de nuestros actos: sabemos las relaciones con nuestro entorno y cómo son modificadas por nuestras decisiones.

    Desde otro punto de vista tenemos pendiente en España la segunda descentralización. Desde mi punto de vista es un paso ineludible pero que sólo podrá ser realizado aplicando las excelencias de la gestión corporativa precisamente con el esquema de relaciones que propones y que es indispensable perfeccionar.

    El cómo se use la capacidad de ejecución que proponemos es harina de otro costal. Al menos el ciudadano no podrá decir que ha sido engañado.

    De cualquier manera el «SOOS comarcal» es una línea de investigación apasionante que está por explorar.

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