Las otras caras de la inmigración
El pasado viernes, el Consejo Audiovisual Andaluz me invitó a participar en una mesa redonda sobre inmigración. Dando por hecho que, siendo el último día de las jornadas, la mayor parte de la información cuantitativa ya estaría aportada y que se habrían tratado la mayor parte de las cuestiones, me planteé aportar algo nuevo, o relativamente nuevo.
Hace unos años, preparando una conferencia sobre este mismo tema, leí sobre el Modelo de Roy, según el cual primero emigran los más capacitados, incluso los que más dinero tienen (el viaje no es gratis, hay un coste de emigración bastante elevado), por eso sus curvas salariales en el país de destino suele ser mayor que las de las cohortes que llegan después.
Esto me llevó a pensar que, posiblemente, en la decisión de emigrar de los primeros juegue un papel no poco importante la aversión al riesgo: es mucho más arriesgado emigrar al principio que luego, cuando las redes familiares o locales ya están montadas. Si esto fuera cierto, debería trasladarse al comportamiento de esta población en el país de destino, presentando una mayor tasa de empresarialidad –odio esta palabra–.
En el caso de Almería este extremo parece cumplirse. Los extranjeros crean empresas (eso si, muy simples y con fórmulas legales que no requieren desembolsos previos) a un mayor ritmo que los nacionales (y eso que no hemos podido medir el efecto en formas jurídicas distintas a la de empresario individual).
Por otro lado, también presentamos los primeros resultados de una encuesta que estamos realizando sobre la valoración de la mano de obra extranjera por parte de los empresarios de la provincia (los resultados que se aportan corresponden a 102 encuestas, por lo que la representatividad aún es muy baja). Lo más destacable es la relativa baja permeabilidad del comercio hacia la inmigración, así como cierto sesgo eurocentrista a la hora de valorar los grados de preparación de las distintas nacionalidades.
Hace unos años, preparando una conferencia sobre este mismo tema, leí sobre el Modelo de Roy, según el cual primero emigran los más capacitados, incluso los que más dinero tienen (el viaje no es gratis, hay un coste de emigración bastante elevado), por eso sus curvas salariales en el país de destino suele ser mayor que las de las cohortes que llegan después.
Esto me llevó a pensar que, posiblemente, en la decisión de emigrar de los primeros juegue un papel no poco importante la aversión al riesgo: es mucho más arriesgado emigrar al principio que luego, cuando las redes familiares o locales ya están montadas. Si esto fuera cierto, debería trasladarse al comportamiento de esta población en el país de destino, presentando una mayor tasa de empresarialidad –odio esta palabra–.
En el caso de Almería este extremo parece cumplirse. Los extranjeros crean empresas (eso si, muy simples y con fórmulas legales que no requieren desembolsos previos) a un mayor ritmo que los nacionales (y eso que no hemos podido medir el efecto en formas jurídicas distintas a la de empresario individual).
Por otro lado, también presentamos los primeros resultados de una encuesta que estamos realizando sobre la valoración de la mano de obra extranjera por parte de los empresarios de la provincia (los resultados que se aportan corresponden a 102 encuestas, por lo que la representatividad aún es muy baja). Lo más destacable es la relativa baja permeabilidad del comercio hacia la inmigración, así como cierto sesgo eurocentrista a la hora de valorar los grados de preparación de las distintas nacionalidades.
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