JAMS vuelve al ataque
Con el provocativo titular "Anti-Gore: ¿Calentamos la Tierrra? Ni borrachos (II)" José Antonio Martínez Soler continúa su cruzada contra la idea de que el calentamiento global esté provocado por la intervención humana.
Mi estimado colega se piensa traidor a alguna causa, como ya comentamos, y comienza su alegato con dos afirmaciones:
En el fondo, está poniendo la tirita antes de provocar la herida. Así que si quitamos la tirita, que es la segunda afirmación, y estudiamos la herida, nos quedamos con la pega central que se le achaca a la teoría de la influencia antrópica en el cambio climático: no estamos seguros y/o no es relevante.
Pero hay datos que apuntan (no hablaré de seguridades absolutas, pero si de elevadas probabiliades) en dos vías:
Usualmente se menosprecia este mayoritario apoyo con argumentos del tipo: "el consenso de la comunidad científica no equivale a verdad absoluta" y "los que apoyan el cambio climático están al servicio de la ONU, que es un organismo político y no científico, por lo que sus conclusiones están contaminadas". También hay quién mantiene que la efervescencia del cambio climático está relacionado con la distribución de prebendas académicas y dineros para los proyectos de investigación.
Pero, como diría Jack el Destripador, vayamos por partes...
El consenso no es sinónimo de verdad... ni de mentira
Esta afirmación es evidentemente cierta, sobre todo cuando tratamos de ciencia. Todo aquel que haya asistido a un curso de metodología de la ciencia ha oído hablar de los paradigmas y de su conformación como corpus científico. Así que daría la impresión de que la teoría dominante se está defendiendo con uñas y dientes de los ataques de los innovadores.
No obstante, hay que retrotraerse unos cuantos años. No ha sido hasta este momento que el IPCC ha tenido un verdadero eco. Este es su cuarto informe. Inicialmente hablaba de indicios, y comentaba la dificultad de vincular una cosa (el cambio climático) y otra (la actividad humana). Sin embargo, a lo largo de sucesivos informes y de variadas investigaciones de diversas disciplinas, se han ido acumulando datos que apoyan esa relación y que han llevado al 70% de la comunidad científica a alinearse con el nuevo paradigma. Es decir, este paradigma se está convirtiendo en el corpus porque parece explicar mejor la realidad que el resto. Es decir, esta es una creencia científica relativamente nueva, por lo que ha debido derribar el paradigma previamente existente, demostranto su mejor capacidad interpretativa y predictiva.
La ONU es política, ergo el IPCC está contaminado... ¿y quién no?
Esta pega es, posiblemente, un argumento a favor. ¿En que dirección estarían interesados los políticos en dirigir las conclusiones de los expertos? ¿Hacia conclusiones que generan incertidumbres sobre el el futuro o hacia resultados que minimicen el impacto sobre la ciudadanía? Normalmente los catastrofistas han estado mal vistos por el poder económico y político: a nadie le gusta tomar decisiones en entornos de incertidumbre, ni que le revolucionen a la población. A nadie le interesa que los ciudadanos se intranquilicen, pues eso haría que los votantes se volvieran aún más impredecibles. Por tanto, dando por hecho que el poder suele tender a inmiscuirse en todo, no sería de extrañar que los resultados del IPCC estuvieran "matizados". Pero, ¿en qué dirección será más probable que estén, hacia la creación de miedos e incertidumbres o hacia la tranquilidad?
Los científicos sólo buscan el dinero de los proyectos de investigación
Ni que decir tiene que en cada momento las preocupaciones de la ciencia se mueven en torno a "modas" o centros de interés, sobre todo en el ámbito de las denominadas ciencias sociales. También es cierto que las decisiones administrativas (políticas, al fin) pueden impulsar unas líneas de investigación reduciendo el interés por otras (un caso de coste de oportunidad). Pero de ahí a pensar que la comunidad científica se mueve sólo por el dinero, hay un gran abismo. Para gente que normalmente tiene una cierta seguridad en sus ingresos, en niveles usualmente elevados, la vanitas puede jugar un papel igual de importante que el bolsillo, o incluso mayor: no gana un premio Nobel el que más ingresos logra, sino el que desarrolla una mejor teoría.
En cualquier caso, de ser cierta la afirmación podríamos suponer que determinadas empresas estarían interesadas en obtener resultados contrarios a los del IPC, incluso algunos gobiernos podrían estar muy interesados en que no se generara movilización social con respecto a este tema (ni a ningún otro). Por tanto, sería lógico pensar que habría enormes incentivos por parte de las empresas para evitar tener que comprar derechos de emisión, o pagar ecotasas (como ya hicieron en su momento las empresas tabaqueras)... Es decir, muchos de los que manejan el dinero tienen más interés en la ocultación y negación de la relación de nuestras emisiones con el cambio climático que en afirmar lo contrario. ¿Quién, pues, pone ese dinero para la investigación sobre el cambio climático? ¿Los "todopoderosos" movimientos ecologistas?
Mi estimado colega se piensa traidor a alguna causa, como ya comentamos, y comienza su alegato con dos afirmaciones:
1.- El ser humano puede o no puede influir en el calentamiento global.
No obstante, en el caso de que se pudiera demostrar científicamente su influencia, estoy convencido de que sería tan irrelevante que no tendríamos por qué preocuparnos en absoluto.
2.- Es maravilloso y estoy de acuerdo en pregonar y hacer todos los esfuerzos que nos piden Al Gore, los ecologistas del mundo entero, las ONG´s, la izquierda antisistema, los amantes de la Naturaleza, los ahorradores de energía, los enemigos de la contaminación atmosférica, etc., para mejorar la vida del hombre sobre la Tierra.
En el fondo, está poniendo la tirita antes de provocar la herida. Así que si quitamos la tirita, que es la segunda afirmación, y estudiamos la herida, nos quedamos con la pega central que se le achaca a la teoría de la influencia antrópica en el cambio climático: no estamos seguros y/o no es relevante.
Pero hay datos que apuntan (no hablaré de seguridades absolutas, pero si de elevadas probabiliades) en dos vías:
- La relación entre temperatura media del planeta y CO2 con una serie que se remonta a 600.000 años al menos. Es posible que no se haya calculado bien, pero desde luego la relación es llamativa.
- 2. La relación entre emisiones de gases de efecto invernadero por parte del ser humano y su concentración atmosférica (en este punto creo que hay seguridad absoluta). De ahí que, como dice uno de los comentaristas de JAMS, el 70% de la comunidad científica esté de acuerdo con dicha teoría.
Usualmente se menosprecia este mayoritario apoyo con argumentos del tipo: "el consenso de la comunidad científica no equivale a verdad absoluta" y "los que apoyan el cambio climático están al servicio de la ONU, que es un organismo político y no científico, por lo que sus conclusiones están contaminadas". También hay quién mantiene que la efervescencia del cambio climático está relacionado con la distribución de prebendas académicas y dineros para los proyectos de investigación.
Pero, como diría Jack el Destripador, vayamos por partes...
El consenso no es sinónimo de verdad... ni de mentira
Esta afirmación es evidentemente cierta, sobre todo cuando tratamos de ciencia. Todo aquel que haya asistido a un curso de metodología de la ciencia ha oído hablar de los paradigmas y de su conformación como corpus científico. Así que daría la impresión de que la teoría dominante se está defendiendo con uñas y dientes de los ataques de los innovadores.
No obstante, hay que retrotraerse unos cuantos años. No ha sido hasta este momento que el IPCC ha tenido un verdadero eco. Este es su cuarto informe. Inicialmente hablaba de indicios, y comentaba la dificultad de vincular una cosa (el cambio climático) y otra (la actividad humana). Sin embargo, a lo largo de sucesivos informes y de variadas investigaciones de diversas disciplinas, se han ido acumulando datos que apoyan esa relación y que han llevado al 70% de la comunidad científica a alinearse con el nuevo paradigma. Es decir, este paradigma se está convirtiendo en el corpus porque parece explicar mejor la realidad que el resto. Es decir, esta es una creencia científica relativamente nueva, por lo que ha debido derribar el paradigma previamente existente, demostranto su mejor capacidad interpretativa y predictiva.
La ONU es política, ergo el IPCC está contaminado... ¿y quién no?
Esta pega es, posiblemente, un argumento a favor. ¿En que dirección estarían interesados los políticos en dirigir las conclusiones de los expertos? ¿Hacia conclusiones que generan incertidumbres sobre el el futuro o hacia resultados que minimicen el impacto sobre la ciudadanía? Normalmente los catastrofistas han estado mal vistos por el poder económico y político: a nadie le gusta tomar decisiones en entornos de incertidumbre, ni que le revolucionen a la población. A nadie le interesa que los ciudadanos se intranquilicen, pues eso haría que los votantes se volvieran aún más impredecibles. Por tanto, dando por hecho que el poder suele tender a inmiscuirse en todo, no sería de extrañar que los resultados del IPCC estuvieran "matizados". Pero, ¿en qué dirección será más probable que estén, hacia la creación de miedos e incertidumbres o hacia la tranquilidad?
Los científicos sólo buscan el dinero de los proyectos de investigación
Ni que decir tiene que en cada momento las preocupaciones de la ciencia se mueven en torno a "modas" o centros de interés, sobre todo en el ámbito de las denominadas ciencias sociales. También es cierto que las decisiones administrativas (políticas, al fin) pueden impulsar unas líneas de investigación reduciendo el interés por otras (un caso de coste de oportunidad). Pero de ahí a pensar que la comunidad científica se mueve sólo por el dinero, hay un gran abismo. Para gente que normalmente tiene una cierta seguridad en sus ingresos, en niveles usualmente elevados, la vanitas puede jugar un papel igual de importante que el bolsillo, o incluso mayor: no gana un premio Nobel el que más ingresos logra, sino el que desarrolla una mejor teoría.
En cualquier caso, de ser cierta la afirmación podríamos suponer que determinadas empresas estarían interesadas en obtener resultados contrarios a los del IPC, incluso algunos gobiernos podrían estar muy interesados en que no se generara movilización social con respecto a este tema (ni a ningún otro). Por tanto, sería lógico pensar que habría enormes incentivos por parte de las empresas para evitar tener que comprar derechos de emisión, o pagar ecotasas (como ya hicieron en su momento las empresas tabaqueras)... Es decir, muchos de los que manejan el dinero tienen más interés en la ocultación y negación de la relación de nuestras emisiones con el cambio climático que en afirmar lo contrario. ¿Quién, pues, pone ese dinero para la investigación sobre el cambio climático? ¿Los "todopoderosos" movimientos ecologistas?
Interesante.
ResponderEliminarAhora parece que está poniendose de moda dudar de la existencia del ambio climático. Para "estar enterao" hay que dudar de lo que te dicen, pero luego estos mismos que dudan de todo, se creen a pies juntillas que para ser felices tienen que comprarse un todo terreno, o un movil nuevo, o otro aire acondicionado para el garaje y eso, por supuesto, es iniciativa propia, no consideran que nadie les manipula para tomar esas decisiones.
Buen blog (o bitácora si lo prefieres) te visitaré a menudo.
Un saludo desde Valencia.
Gracias por el comentario.
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