Los perros de Sucre
Esta entrada no es mía, aunque la suscribo al 100%. Es un artículo que me ha enviado mi amigo y profesor de historia económica de la UAL, Andrés Sánchez Picón, del que ya una vez dije (para cachondeo y regodeo de su hijo) que es una de las mentes más preclaras de Almería:
LOS PERROS DE SUCRE
Apenas vimos perros en Sucre. Cuando hace seis años paseábamos por la antigua Charcas, La Plata o Chuquisaca (bajo estos tres topónimos ha sido conocida la ciudad que lleva ahora el nombre de uno de los libertadores, que mantiene una centenaria disputa con La Paz por la capitalidad de Bolivia, y desde 1999 Patrimonio de la Humanidad por su excepcional legado colonial) nos llamó la atención lo raro que era encontrar paseantes con mascotas y el contraste tan agudo con nuestra Almería, donde la tasa de canes por habitante (y de sus deposiciones en la vía pública) deben ser de las más elevadas de España y de la Unión Europea. Me asaltó la idea de que este indicador debería ponderarse en la construcción de nuevos índices globales de desarrollo económico, no sé si de desarrollo cívico y cultural. Este recuerdo del desierto perruno en la capital de la plata (más o menos cerca de Potosí, de donde se extrajo el metal que alimentó el Imperio), se me ha disparado, mezclado con el estupor y el horror, cuando he contemplado las imágenes de los acontecimientos que han ensangrentado sus calles hace una semana. El sacrificio de tres pobres chuchos entre la enardecida aclamación de los radicales del movimiento que apoya al gobierno de Evo Morales, fue la siniestra advertencia a los opositores. Poco días después, el fin de semana pasado, en una ciudad cercada por los seguidores del partido gubernamental, con escasos visos de legalidad (sin la oposición y encerrados en un liceo militar) la Asamblea Constituyente aprobó una reforma constitucional, mientras que en la calle los universitarios de Sucre se levantaban en contra, en una movilización que dejaría al menos tres víctimas. El proyecto político que encarnara Evo, de emancipación política para los indígenas, ha puesto al país al borde de la ruptura. Ojo a Latinoamérica. Nuevamente, el camino del infierno parece estar empedrado de buenas intenciones.
Y aquí las imágenes a las que hace referencia el artículo:
LOS PERROS DE SUCRE
Apenas vimos perros en Sucre. Cuando hace seis años paseábamos por la antigua Charcas, La Plata o Chuquisaca (bajo estos tres topónimos ha sido conocida la ciudad que lleva ahora el nombre de uno de los libertadores, que mantiene una centenaria disputa con La Paz por la capitalidad de Bolivia, y desde 1999 Patrimonio de la Humanidad por su excepcional legado colonial) nos llamó la atención lo raro que era encontrar paseantes con mascotas y el contraste tan agudo con nuestra Almería, donde la tasa de canes por habitante (y de sus deposiciones en la vía pública) deben ser de las más elevadas de España y de la Unión Europea. Me asaltó la idea de que este indicador debería ponderarse en la construcción de nuevos índices globales de desarrollo económico, no sé si de desarrollo cívico y cultural. Este recuerdo del desierto perruno en la capital de la plata (más o menos cerca de Potosí, de donde se extrajo el metal que alimentó el Imperio), se me ha disparado, mezclado con el estupor y el horror, cuando he contemplado las imágenes de los acontecimientos que han ensangrentado sus calles hace una semana. El sacrificio de tres pobres chuchos entre la enardecida aclamación de los radicales del movimiento que apoya al gobierno de Evo Morales, fue la siniestra advertencia a los opositores. Poco días después, el fin de semana pasado, en una ciudad cercada por los seguidores del partido gubernamental, con escasos visos de legalidad (sin la oposición y encerrados en un liceo militar) la Asamblea Constituyente aprobó una reforma constitucional, mientras que en la calle los universitarios de Sucre se levantaban en contra, en una movilización que dejaría al menos tres víctimas. El proyecto político que encarnara Evo, de emancipación política para los indígenas, ha puesto al país al borde de la ruptura. Ojo a Latinoamérica. Nuevamente, el camino del infierno parece estar empedrado de buenas intenciones.
Y aquí las imágenes a las que hace referencia el artículo:
Trataré de evitar que se repita el regodeo.
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