Políticas sobrevenidas para contener una crisis
La actual política de garantía cuasi absoluta del entramado financiero por parte de los gobiernos no ha sido una acción largamente planificada. Muy al contrario, ha venido derivada del fracaso de las sucesivas políticas y del continuado deterioro de la confianza, hasta el punto de convertirse éste en un problema mayor que la propia falta de liquidez en el sistema. Lo que escribo a continuación es un resumen muy sucinto de las fases por las que creo que ha pasado la crisis, desde el punto de vista de las soluciones, o los intentos de soluciones. Si se quiere tener una visión enciclopédica y actualizada de la misma, recomiendo este enlace de la BBC.
La primera fase, que podemos calificar como la de inacción, se desarrollo durante los primeros golpes de la crisis. Entre enero y agosto de 2007 los síntomas previos de enfriamiento del mercado de la vivienda en Estados Unidos, se tradujeron en quiebras de empresas inmobiliarias y de algunas pequeñas financieras. Algunos analistas comenzaron a señalar la importancia de la crisis que estaba comenzando, pero los mensajes oficiales van encaminados a minimizar los problemas.
Ante el paulatino deterioro de las cotizaciones bursátiles, entre Agosto de 2007 y Julio de 2008, se recurrió a las medidas que tradicionalmente habían dado buenos resultados, como durante la crisis de las punto com: inyecciones de liquidez y reducciones de tipos de interés. El problema se analizaba en términos de liquidez y se actuaba en consecuencia. Sin embargo, las inyecciones que van involucrando cada vez a más bancos centrales y más recursos económicos, no sólo no mejoraron la situación, sino que posiblemente contribuyeron a reforzar la desconfianza. En este período las Bolsas viven varios episodios de pánico y los bancos de negocios anuncian pérdidas cuantiosas por la contaminación de las hipotecas subprime y los problemas comienzan a alcanzar a Europa.
Durante el verano de 2008 la crisis se agudiza y comienzan las intervenciones del sector público, al margen de nuevas inyecciones y reducciones de tipos de los bancos centrales. Se producen sonados rescates (en el que se buscan socios para bancos enfermos) y se producen las primeras nacionalizaciones, aunque no parece que exista un plan determinado.
Esto cambia en la última fase que se desarrolla desde septiembre, en la que los gobiernos deciden actuar de forma directa y aparecen los planes gubernamentales. En ellos se hace más hincapié en las medidas tendentes a reconstruir la confianza que a seguir inyectando liquidez por los mecanismos tradicionales. En este sentido, el modelo británico ha sido el más exitoso, englobando recapitalizaciones de entidades financieras, garantías públicas de las operaciones realizadas en el interbancario y garantía de los depósitos de cara al público en general. Al tiempo, los bancos centrales han ampliado el abanico de activos aceptados como garantía. En Estados Unidos, además se ha optado por la compra de los denominados “activos tóxicos”, muchos de los cuales no tienen siquiera valor en el mercado.
Si se lograra contener la marea con estas últimas medidas habría que pasar a una nueva fase, esta vez de reforma de los mecanismos de control y garantía del sistema, pero ya no desde una óptica nacional, sino desde el punto de vista de una realidad global.
La primera fase, que podemos calificar como la de inacción, se desarrollo durante los primeros golpes de la crisis. Entre enero y agosto de 2007 los síntomas previos de enfriamiento del mercado de la vivienda en Estados Unidos, se tradujeron en quiebras de empresas inmobiliarias y de algunas pequeñas financieras. Algunos analistas comenzaron a señalar la importancia de la crisis que estaba comenzando, pero los mensajes oficiales van encaminados a minimizar los problemas.
Ante el paulatino deterioro de las cotizaciones bursátiles, entre Agosto de 2007 y Julio de 2008, se recurrió a las medidas que tradicionalmente habían dado buenos resultados, como durante la crisis de las punto com: inyecciones de liquidez y reducciones de tipos de interés. El problema se analizaba en términos de liquidez y se actuaba en consecuencia. Sin embargo, las inyecciones que van involucrando cada vez a más bancos centrales y más recursos económicos, no sólo no mejoraron la situación, sino que posiblemente contribuyeron a reforzar la desconfianza. En este período las Bolsas viven varios episodios de pánico y los bancos de negocios anuncian pérdidas cuantiosas por la contaminación de las hipotecas subprime y los problemas comienzan a alcanzar a Europa.
Durante el verano de 2008 la crisis se agudiza y comienzan las intervenciones del sector público, al margen de nuevas inyecciones y reducciones de tipos de los bancos centrales. Se producen sonados rescates (en el que se buscan socios para bancos enfermos) y se producen las primeras nacionalizaciones, aunque no parece que exista un plan determinado.
Esto cambia en la última fase que se desarrolla desde septiembre, en la que los gobiernos deciden actuar de forma directa y aparecen los planes gubernamentales. En ellos se hace más hincapié en las medidas tendentes a reconstruir la confianza que a seguir inyectando liquidez por los mecanismos tradicionales. En este sentido, el modelo británico ha sido el más exitoso, englobando recapitalizaciones de entidades financieras, garantías públicas de las operaciones realizadas en el interbancario y garantía de los depósitos de cara al público en general. Al tiempo, los bancos centrales han ampliado el abanico de activos aceptados como garantía. En Estados Unidos, además se ha optado por la compra de los denominados “activos tóxicos”, muchos de los cuales no tienen siquiera valor en el mercado.
Si se lograra contener la marea con estas últimas medidas habría que pasar a una nueva fase, esta vez de reforma de los mecanismos de control y garantía del sistema, pero ya no desde una óptica nacional, sino desde el punto de vista de una realidad global.
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