El mito de los mercados eficientes
En la edición de la pasada semana de The Economist, venía la reseña de un libro muy apropiado a los tiempos que corren: "The Myth of the Rational Market: A History of Risk, Reward, and Delusion on Wall Street" de Justin Fox.
En principio no dice nada nuevo, ni nada que no sea evidente para quien quiera verlo: los mercados no son siempre eficientes. Los mercados adolecen de los mismos problemas que el resto de las instituciones humanas.
Por mucho que se empeñen algunos, argumentando que la crisis actual es culpa de la excesiva reglamentación de los mercados financieros, la cruda realidad es que todos los mecanismos de control (los pocos que había) han saltado por los aires, lo mismo que el supuesto autocontrol que aventaba Greenspan desde las riendas de la Fed; todo en aras de una supuesta inteligencia smithiana. Eso sí, olvidando (como siempre) que la eficiencia sólo se logra en condiciones de competencia perfecta, tan poco usuales que deberíamos dejar de dedicar tanto tiempo a explicarla en las facultades de economía y empresa. En su lugar, habría que hablar de mercados oligopolísticos, de asimetrías en la información, de costes sociales invisibles o de divergencias entre los intereses de los empresaraios y accionistas.
En cualquier caso, me apunto el título para cuando se traduzca al español (aunque lo mismo me atrevo a la lectura en inglés).
En principio no dice nada nuevo, ni nada que no sea evidente para quien quiera verlo: los mercados no son siempre eficientes. Los mercados adolecen de los mismos problemas que el resto de las instituciones humanas.
Por mucho que se empeñen algunos, argumentando que la crisis actual es culpa de la excesiva reglamentación de los mercados financieros, la cruda realidad es que todos los mecanismos de control (los pocos que había) han saltado por los aires, lo mismo que el supuesto autocontrol que aventaba Greenspan desde las riendas de la Fed; todo en aras de una supuesta inteligencia smithiana. Eso sí, olvidando (como siempre) que la eficiencia sólo se logra en condiciones de competencia perfecta, tan poco usuales que deberíamos dejar de dedicar tanto tiempo a explicarla en las facultades de economía y empresa. En su lugar, habría que hablar de mercados oligopolísticos, de asimetrías en la información, de costes sociales invisibles o de divergencias entre los intereses de los empresaraios y accionistas.
En cualquier caso, me apunto el título para cuando se traduzca al español (aunque lo mismo me atrevo a la lectura en inglés).
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