El discurso político y la nada

Hace unos años escribí un artículo haciendo referencia al uso del eufemismo en la economía, justificado en gran parte por dos tipos de razones: la necesidad de hacerse entender por parte de la sociedad, para lo que se buscaban metáforas sencillas (como la actual de los brotes verdes), y la necesidad de ocultar los verdaderos significados, para lograr un grado de dificultad comprensiva equivalente a la de las "ciencias serias" de las que los economistas cuantitativos se han sentido siempre envidiosos.
Hoy, sin embargo, creo que hay un ámbito profesional en el que las palabras han llegado a un nivel tal de vacuidad que logra convertir en un eufemismo todo el discurso. Me estoy refirieno, obviamente, a la política y, en especial, la política Andaluza. La política siempre ha usado eslóganes. Primero en las campañas electorales y luego, durante toda la legislatura reconvertida en una enorme precampaña. Estas muletillas eran el resumen del programa, eran la esencia de lo que se pretendía realizar. Y, al tiempo, eran una frase o una palabra con la que los votantes se podían identificar e identificarse.
Actualmente, como digo, en una campaña sin fin, hemos llegado a rizar el rizo del absurdo. En un país tan dado a la retórica como el nuestro casi se podía haber previsto. De un lado se utiliza un lenguaje no sexista que suena raro y que traslada a las palabras una cualidad de la que carecen, El lenguaje no es sexista, es un reflejo de la cultura y las creencias de un pueblo. Por tanto, las que son sexistas son las propias sociedades, eso es lo que hay que cambiar. Cuando eso cambie, entonces cambiará el significado de las palabras. De otro lado, y esto me parece peor, se buscan conceptos modernos y que tienen buena prensa y se usan hasta la saciedad. Por ejemplo, si lo moderno y la modernización son buenos, hagamos una modernización de Andalucía. Pero como se me ocurre cuando ya llevo varias legislaturas, no voy a decir que es la primera pues alguien podría echarme en cara los años perddos. Así que allá que lanzamos solemnemente eso de la Segunda Modernización de Andalucía. Y se nos llenan la boca y los telediarios de las acciones que hay que llevar a cabo. Pero, claro, cuando se trata sólo de un eslógan, y no de una estrategia política, la sociedad acaba haciendo chistes y preguntándose cuándo fue la primera modernización, que nadie se ha enterado.
No es el único caso. Hace unos años se puso de moda lo de los planes estratégicos y todo el mundo quiso tener uno, desde las universidades hasta los sectores productivos. Los políticos, logicamente, no se quedaron atrás y se subieron entusiastas al carro estratégico planificador. Pero, planificar a largo plazo excede con mucho el horizonte de los cuatro años, y además, implica un diagnóstico en el que a lo peor no se sale muy favorecido. Así que de nuevo tenemos un gran circo inaugural, en el que se invita a los agentes sociales, y a los medios de comunicación, y luego se deja morir en asunto poco a poco, como el plan estratégico de la provincia de Almería (PEPA) que consistió en una campaña de publiciddsad fastuosa, o el Plan Almería Siglo XXI que no pasó de la reunión inaugural (si me leen fuera de Almería, seguro que son capaces de recordar –y comentarlo– algún caso similar.
Hoy, lo que está de moda es el I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación) y, como en eso de innovar nadie nos gana, nuestros políticos han eoncontrado un auténtico filón en el asunto. No hay ninguno que no hable de desarrollo sostenible, igualdad de género e innovación. El nuevo mantra político que repiten hasta la saciedad o hasta que inventen uno distinto. Los discursos, siempre pensados para un votante que tal vez esté presente, o los vea, o los escuche por los mass media, resultan por tanto fotocopias con ligeros matices, matices que sólo se reserva a lanzar el cabeza de lista o el estúpido que quiere jugarse su puesto en la lista.
Lo gracioso, por no decir trágico, del asunto es que han logrado adormecer la inteligencia de los votantes, que nos dejamos manejar por sus palabras vacías. Y nadie pregunta ya que pasó con la segunda modernización, aquella que apostaba por la I+D+i y el futuro. ¿Cómo es posible que tras haber hecho aquel esfuerzo hoy estemos en plena crisis, diciéndonos que lo que hay que hacer es un cambio de modelo productivo? ¿Acaso la segunda modernización fue el enladrillamiento de la costa? ¿Acaso sustituimos la Invetigación y Desarrollo por la Inconsistencia y el Desarrollismo?

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