La Piedra de la Paciencia, de Atiq Rahimi
Una mujer afgana. Una guerra entre dos guerras. Un país desolado. Una sociedad tribal gobernada por la religión y los prejuicios. Un marido en coma. Un mundo que se deshace. Una mujer que se construye a base de palabras.
Todo esto se encuentra en esta pequeña gran novela. A la manera de Cinco horas con Mario, una mujer mantiene un monólogo con su marido en coma, en medio de un Afganistán que se desmorona. A lo largo de las páginas desfilan el amor, el sexo, la religión, el odio, la locura y los celos. Ella, abnegada, esclava de su situación y de sus creencias, poco a poco, a través de sus charlas con el marido, va logrando liberarse, en un camino casi iniciático.
El final, violento y, hasta cierto punto, inesperado, se convierte en una metáfora de una sociedad que se dejó caer por la pendiente de la guerra y aún hoy sigue envuelta en las consecuencias de aquellas decisiones.
Como siempre me sucede con los narradores orientales, encuentro en ellos una sensibilidad extraordinaria a la hora de plantearse las narraciones. Este vuelve a ser el caso. A lo largo de las páginas, te sientes transferido al Afganistán de los señores de la guerra, justo antes de la entrada en escena de los talibanes, sientes el miedo de la protagonista, y te dejas llevar por sus reflexiones sobre el amor, el sexo y la guerra. Breve, curiosa y muy bien escrita; por tanto, muy recomendable.
Mi calificación: 9 sobre 10.
Todo esto se encuentra en esta pequeña gran novela. A la manera de Cinco horas con Mario, una mujer mantiene un monólogo con su marido en coma, en medio de un Afganistán que se desmorona. A lo largo de las páginas desfilan el amor, el sexo, la religión, el odio, la locura y los celos. Ella, abnegada, esclava de su situación y de sus creencias, poco a poco, a través de sus charlas con el marido, va logrando liberarse, en un camino casi iniciático.
El final, violento y, hasta cierto punto, inesperado, se convierte en una metáfora de una sociedad que se dejó caer por la pendiente de la guerra y aún hoy sigue envuelta en las consecuencias de aquellas decisiones.
Como siempre me sucede con los narradores orientales, encuentro en ellos una sensibilidad extraordinaria a la hora de plantearse las narraciones. Este vuelve a ser el caso. A lo largo de las páginas, te sientes transferido al Afganistán de los señores de la guerra, justo antes de la entrada en escena de los talibanes, sientes el miedo de la protagonista, y te dejas llevar por sus reflexiones sobre el amor, el sexo y la guerra. Breve, curiosa y muy bien escrita; por tanto, muy recomendable.
Mi calificación: 9 sobre 10.
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