El animal piadoso, de Luis Mateo Díez
Samuel Moll es un comisario de policía jubilado pero, sobre todo, es un animal solitario, encerrado en un mundo sombrío y opresivo, en el que sólo tienen cabida los recuerdos (y sus remordimientos) y los fantasmas.
Moll se cruza una mañana con uno de los sospechosos de un viejo caso de asesinato sucedido 14 años atrás y, a partir de ese momento, una cadena de casualidades, razonamientos y nuevos testimonios le ponen en marcha para cerrar aquella investigación.
Por las calles de la imaginaria Armenta, en algún lugar del norte de España, se va desarrollando la historia, rodeada de melancolía, sombras y humedades que van calando (todas) las propias páginas del libro.
El relato, dotado de una poética literaria ejemplar, se me ha hecho un poco largo, ya que la prosa interfiere en demasía con la propia historia. Cierto es que contribuye de manera brillante a remarcar el ambiente melancólico y decadente de la ciudad y de sus personajes, todos derrotados por el tiempo y la vida; hasta el punto que el río Margo de la novela en realidad debiera llamarse Amargo. Me da la impresión (todo lo subjetiva que pueda ser una impresión) que este tipo de narrativa se aviene mejor a la distancia corta, o a otro tipo de historia. No obstante hay en el libro momentos sublimes, como cuando se narra el encuentro entre Moll y su hija: "Del tren bajo no bajo la hija, sino la madre"; o cuando al entrevistarse con una de las testigos el narrador dice que tenía una lágrima enquistada en los ojos.
Con respecto al desarrollo de la historia principal, la investigación, las pistas se van desgranando poco a poco, a la vez que los personajes van dejándose conocer muy lentamente. El final, que no resulta sorprendente (al menos no en lo que al culpable se refiere), es también el último trazo de la descripción de Moll.
En suma, buena literatura que, posiblemente, por pretender aspirar a la perfección se hace lenta por momentos pero que convierte a El animal piadoso en una bella novela.
Moll se cruza una mañana con uno de los sospechosos de un viejo caso de asesinato sucedido 14 años atrás y, a partir de ese momento, una cadena de casualidades, razonamientos y nuevos testimonios le ponen en marcha para cerrar aquella investigación.
Por las calles de la imaginaria Armenta, en algún lugar del norte de España, se va desarrollando la historia, rodeada de melancolía, sombras y humedades que van calando (todas) las propias páginas del libro.
El relato, dotado de una poética literaria ejemplar, se me ha hecho un poco largo, ya que la prosa interfiere en demasía con la propia historia. Cierto es que contribuye de manera brillante a remarcar el ambiente melancólico y decadente de la ciudad y de sus personajes, todos derrotados por el tiempo y la vida; hasta el punto que el río Margo de la novela en realidad debiera llamarse Amargo. Me da la impresión (todo lo subjetiva que pueda ser una impresión) que este tipo de narrativa se aviene mejor a la distancia corta, o a otro tipo de historia. No obstante hay en el libro momentos sublimes, como cuando se narra el encuentro entre Moll y su hija: "Del tren bajo no bajo la hija, sino la madre"; o cuando al entrevistarse con una de las testigos el narrador dice que tenía una lágrima enquistada en los ojos.
Con respecto al desarrollo de la historia principal, la investigación, las pistas se van desgranando poco a poco, a la vez que los personajes van dejándose conocer muy lentamente. El final, que no resulta sorprendente (al menos no en lo que al culpable se refiere), es también el último trazo de la descripción de Moll.
En suma, buena literatura que, posiblemente, por pretender aspirar a la perfección se hace lenta por momentos pero que convierte a El animal piadoso en una bella novela.
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