La economía almeriense

Texto preparado para las Jornadas de especialización de la Universidad de Almería. Al final se añade la presentación.


Conformación y diagnosis de la economía almeriense para las jornadas de especialización de la UAL


La historia de la economía almeriense de las últimas 4 décadas puede interpretarse como la de una creciente complejidad, en la que unos sectores productivos se desarrollan en momentos sucesivos del tiempo. Casi de manera matemática, uno cada década. Estos sectores han sido los que yo denomino la Trinidad de Almería: Agricultura, Turismo y Mármol, a los que finalmente se sumó el advenedizo: la cnstrucción residencial.
Evidentemente, estos cuatro sectores no agotan la complejidad de la economía provincial, pero juntos pudieron llegar a explicar en algún momento no demasiado lejano más del 50% del PIB y el empleo de la provincia (sin sumar los efectos de arrastre ese porcentaje podría haber llegado al 38%).

Un motor raro: la agricultura

En momento en el que este sector arranca en la provincia venía definido por las características propias del subdesarrollo: pobreza (en 1955 Almería era la última provincia en PIB per cápita de España), fuerte proceso emigratorio y escasez de capital humano.
En ese momento, en el que la propia economía española se encontraba al borde del precipicio, y en el que las necesidades de divisas y de ideas debían contribuir al plan de estabilización de 1959, el Instituto Nacional de Colonización comienza a parcelar los Campos de Dalías y Níjar y a alumbrar con modernas bombas los pozos que atesoraban un verdadero tesoro milenario: el agua de nuestros acuíferos. El clima favorable, un precio de la tierra muy bajo y la abundancia de mano de obra sin demasiadas alternativas (más que la emigración hacia zonas industriales), terminaron de configurar las condiciones de partida de esta nueva agricultura de primor.
Desde luego, las condiciones de disponibilidad y precios relativos de los factores productivos han ido cambiando a lo largo del tiempo –sólo el clima ha permanecido estabe–, por lo que las claves del éxito del agro almeriense hay que buscarlas en otros lugares, tales como: la sobreexplotación del trabajo familiar (al menos en una primera fase), la apuesta decidida por la innovación y la tecnología en las tecnicas y estructiras de cultivos, tener el mercado como referencia y no la subvención o el subsidio, y la capacidad de con este esquema producir diversidad productiva a su alrededor.
Los resultados de este largo proceso se pueden condensar en algunas cifras significativas:
  •       27.000 has. de invernaderos.
  •       2,95 millones de toneladas de producción.
  •       1,66 millones de toneladas exportadas.
  •       2.463 millones de euros de valor de la producción.

No obstante, en el momento actual, como ya antes a lo largo de su historia, este sector se enfrenta a un momento de transición, justo en un cruce de caminos en el que las opciones son seguir siendo competitivos o languidecer hasta desaparecer. Como siempre, es fácil equivocarse, pero también es posible acertar y seguir siendo capaces de generar riqueza desde nuestros invernaderos, comercializadoras y empresas auxiliares. Las claves de ese futuro parece que pasan por ganar peso en conjunto y en cada empresa, aumentando la presencia en la cadena de distribución agroalimentaria; seguir produciendo productos demostrablemente saludables; y ser conscientes de la importancia creciente de la responsanilidad social y medioambiental que el mercado exige hoy a cualquier empresa.

Un fósil que se reinventa: el mármol

El sector del mármol en Almería forma parte de la vieja tradición minera de esta provincia. Explotado incluso por los fenicios, la piedra de los Filabres ha sido extraída siempre aunque bajo un esquema de baja intensidad y con medios tecnológicos escasos hasta los años 80. A lo largo de esa década se produjo una verdadera transformación del sector, impulsado por el fuerte impulso de la construcción y el apoyo decidido de la Administración (Plan de Acción Global de la Junta de Andalucía, 1983-1992). Obviamente, no se trataba sólo de poner dinero y tecnología al alcance de los agentes, para lograr el desarrollo de cualquier sector también hace falta un tejido humano y social que sea capaz de aprovechar los incentivos y multiplicar sus efectos en el tiempo y en el espacio. En el caso concreto de la Comarca del Mármol, debemos registrar entre sus activos una relativamente baja aversión al riesgo por parte de sus empresarios y un espíritu de cooperación muy desarrollado y que se personifica en el protagonismo social de las instituciones creadas por los propios  empresarios.
Como ya se ha comentado, el primer impulso vino dado por el boom inmobiliario de los 80 (que fue sepultado en 1992-93) y se caracterizó por una especialización en el mercado nacional y en productos de bajo valor añadido y alto volúmenes de venta. Al cerrarse el grifo de la construcción en los primeros 90, las empresas afrontaron una larga travesía del desierto, en la que debieron reorientar su estrategia. Las directrices seleccionadas fueron la internacionalización y la diversificación de productos (buscando una gama de mayor valor añadido). Sin embargo, la revalorización del euro tras su puesta en marcha, y un nuevo y más intenso boom inmobiliario en la primera década de 2000 hizo que nuevamente, el sector se alineara en el viejo esquema inicial.
Hoy, tal y como sucedía con la agricultura, el mármol está en el borde del precipicio. Aunque también tiene claras cúales son las vías de escape: la diferenciación y la ganancia de dimensión de las empresas, muchas y muy pequeñas para un mercado global como el actual.

El desarrollo que llegó en avión: turismo

Como todo el mundo sabe, Almería quedó al margen de las primeras oleadas del desarrollo turístico nacional de los 60. La situación geográfica periférica y aislada junto con unas infraestructuras de comunicaciones muy poco desarrolladas mantuvieron a Almería al margen de la historia turística y permitió mantener la mayor parte de sus atractivos naturales poco agredidos.
Esto cambió en 1968, con la inauguración del aeropuerto y la consiguiente apertura de la provincia a los flujos internacionales de turistas. Inicialmente, Almería era un destino de sol y playa barato.
El desarrollo se aceleró durante las décadas de los 80 y 90 del siglo XX, durante las cuales creció la oferta hotelera (especializada en sol y playa y en las tres estrellas), permitiendo la consolidación de los grupos hoteleros almerienses y explotando como ventaja competitiva el litoral poco agredido.
Pero esta historia también presenta algunos problemas. En la primera década de este siglo el sector se vio afectado por una profunda crisis de cambio estructuras, cuyo primer síntoma fue la irrupción de las líneas aéreas de bajo coste. La consiguiente reestructuración de la cadena de distribución produjo un lento ajuste de la propia oferta hotelera hacia una mayor calidad (4 estrellas). Los efectos quedaron en parte ocultos por la explosión del mal llamado turismo residencial, con efectos de retroalimentación en la construcción residencial.
La desaparición de algunos touroperadores y el reagrupamiento de sus actividades en unos pocos aeoropuertos han reposicionado la oferta provincial hacia un puesto poco relevante. Esto requiere, por desgracia para nosotros, un replanteamiento del sector, con la reorientación de la oferta, buscando segmentos de mayor valor añadido y entrando en nuevos segmentos de mercado (cultural, de aventura, histórico, de negocios).

El advenedizo: la construcción

La historia es de la construcción residencial en cierta manera ya se ha explicado en parte más arriba. Hasta este último ciclo, la construcción funcionaba como un sector procíclico o de acompañamiento. Sin embargo, en la última década había abandonado ese papel para convertirse en el principal protagonista de su historia. Las facilidades financieras, la llegada de la generación baby boom al mercado inmobiliario, los cambios sociológicos que propiciaron el aumento del número de hogares, la inmigración y la flexibilidad de la oferta, fueron algunas de las palancas que propiciaron su desarrollo y el surgimiento de la burbuja que terminó explotando en 2007.
La situación actual es la de un círculo vicioso, en el que las facilidades financieras se han transformado en barreras, los activos se devalúan, empeorando la solvencia de las empresas y las familias han huído del mercado de primera y segunda mano. Hoy la construcción sigue destruyendo empleo y los precios no han terminado de caer. Su problema es el más grave, ya que debe someterse al mayor ajuste de todos los sectores.

Consecuencias estructurales

Esta  corta larga historia no sólo tiene una vertiente económica. El tipo de desarrollo surgido en este territorio ha tenido consecuencias sociales de calado.
El desarrollo se ha concentrado en el litoral, dando lugar a un cambio en el modelo de poblamiento de la provincia, con una fuerte tendencia a la concentración de renta y población en el litoral. Por otro lado, se ha producido un desarrollo menos desigual que en otras provincias, originado por la pequeña dimensión de la explotación agraria (13.000 agricultores). Asimismo, el rápido crecimiento ha provocado una alta velocidad de convergencia de renta con la media nacional, todo ello en un clima de rápido crecimiento de la población.
Sin embargo, esto supone unos ciertos condicionantes para el futuro:
  •       Bajo nivel de formación en la economía del conocimiento.
  •       Especialización en sectores de baja o media intensidad tecnológica.
  •       Globalización y creciente ubicuidad de los procesos productivos.

Hoy, la crisis económica campa a lo largo y ancho de nuestro tejido productivo, en el que la tasa de paro se ha disparado hasta cifras desconocidas en mucho tiempo. El futuro nos parece ahora complicado y lejano. Sin embargo, hay algunas pistas que podemos seguir:
  •       ¿Qué sabemos hacer? Nuestra especialización en el sector agroalimentario es una ventaja de largo plazo, ya que la demanda es estable y tenemos ventajas comparativas defendibles a largo plazo.
  •       Hay que ser capaz de vislumbrar las tendencias que se vislumbran a nivel mundial, vigilando las oportunidades que puedan surgir.
  •       Aprovechar todos los recursos sociales y económicos: dinero y conocimiento generados durante la fase creciente.
  •       El mundo es de los valientes. La innovación es la base de la nueva economía y sólo innovan los que son capaces de creer en su propio futuro.

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