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Mostrando entradas de julio, 2010

Perdiendo la virginidad, varias veces

Acabo de estar de vacaciones, así que ésta no será una entrada al uso, al menos así lo espero. A lo largo de las dos semanas que he permanecido casi desconectado de la realidad y de la red, el mundo, como no podía ser de otra forma, ha seguido moviéndose (ya lo predijo Galileo). En este tiempo España ha ganado su primer mundial de fútbol, momento que pude vivir envuelto en una algarabía –pero qué bien suena esta palabra–, de personas, gritos y sudor en la carpa que al efecto montaron en Almería. Los que me conocen saben que no soy futbolero, y que en el fondo me da lo mismo quién gane la liga, pero este suceso trasciende lo meramente deportivo. Me explico. Yo, que nací en las postrimerías de 1968, crecí bajo dos grandes losas: la amenaza del paro y la droga, por un lado, y el sentimiento de pertenecer a una generación anodina. Nosotros no habíamos vivido ninguna guerra, ni una posguerra, y no hicimos una transición que pudiera servirnos de amalgama, de recuerdo común. A lo sumo, éramos

Tres vidas de santos, de Eduardo Mendoza

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Vuelvo a Eduardo Mendoza, tras el chistoso periplo de Pomponio Flato , con un registro, esta vez, más serio. Este tres vidas de santos es, en realidad, y como el mismo autor aclara, la suma de tres relatos breves, realmente independientes, pero cuyo nexo es la existencia entre sus páginas de vidas ejemplares (no necesariamente desde el punto de vista religioso). En el primero de los tres relatos, "La ballena", uno no sabe quién es realmente el santo: el obispo varado en Barcelona, alguno de los padres del narrador, su tío loco o la propia tía, gran matrona del clan. Al final de la historia, el narrador parece inclinarse por uno de ellos en concreto, aunque, desde mi punto de vista, el obispo venido a menos es el personaje más peculiar y más cercano a la santidad, aunque lo sea por su descenso a los infiernos. Es Santo porque expía su pecado renunciando a su púrpura y a sus privilegios (inicialmente obligado por las circunstancias); porque tras actuar durante años como un cob

Historia y medio ambiente, de Manuel González de Molina

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Hace unos años (allá por la mitad de la década de los 90) me impliqué en un proyecto de tesis que, desde la perspectiva de le economía ecológica, pretendía analizar el conflicto por los recursos naturales que se producía en el litoral almeriense, entre el turismo y la agricultura protegida. El proyecto se quedó en eso: un proyecto, pero mi biblioteca se vio enriquecida con un importante número de volúmenes dedicados a la ecología, la economía ambiental, la ecológica y hasta la bioeconomía. Muchos de aquellos libros los leí y otros cuantos fueron sólo ojeados o leídos en parte, así que, en cierta parte tenía una deuda con ellos. Me he propuesto, sin prisa y con pausas, volver a revisar todos aquellos libros y a dejar en esta bitácora mis comentarios al respecto. El paso de los años posiblemente me haya convertido en un lector distinto al que se acercó a esos textos por primera vez. Muchas de las suposiciones o corazonadas de entonces son hoy profundas convicciones y, otras, evidentes e