Cuerpos divinos, de Guillermo Cabrera Infante

¿Puede el lenguaje escrito llegar a ser musical? Cabrera Infante demuestra en ésta, su obra póstuma y casi una biografía, no sólo que es posible, sino que él es un verdadero maestro del ritmo literario.
En una Habana a punto de ver caer a Batista, el protagonista –él mismo–, crítico de cine en la Revista Carteles y asiduo a las tertulias culturales de la ciudad, recorre las calles de la misma y los brazos de algunas mujeres con cuerpos divinos, mientras a su alrededor la política va "engolfando" la vida de todos.
En esta novela, el paso del tiempo se mide en términos de las mujeres que pasan por el corazón y la cama del protagonista. Así, conocemos a Hemingway porque una corista estadounidense habla de él, lo que da pie a la enésima digresión en la que se cuentan los encuentros con el autor de El viejo y el mar.
Al ritmo de los altibajos eróticos del protagonista, los diferentes movimientos de oposición van avanzando, aunque en la ciudad y en los medios locales apenas se tienen noticias sobre lo que sucede en realidad. Hacia el final de la novela, la suerte cambia, Batista abandona la isla con algunos de sus fieles y él, que había colaborado con casi todos los movimientos opositores acaba siendo director del consejo nacional de cultura y subdirector del principal diario del país (Revolución, hoy Granma), cargo con el que acompaña a Fidel Castro en su primera gira americana y a través de la cual accedemos al conocimiento de un hombre inflexible y colérico que ya comenzaba a dar señales de su talante.
En suma, una lectura, no sólo entretenida, sino llena de color y ritmo, en el que los sones cubanos inundan con su acento la mayor parte del relato y en el que se cuentan los últimos días de la dictadura y los primeros de la Revolución.

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