Finanzas y medio ambiente
Los que me siguen en Twitter o FaceBook ya deben haberse dado cuenta que llevo unos días trabajando en un documento sobre mercados financieros y medio ambiente. Se trata de un pequeño librito, que formará parte de la Colección Finanzas Éticas del Área de Responsabilidad Social Corporativa de Cajamar. Acabo de terminar la introducción y, como es mi costumbre, someto a discusión popular el resultado. El público objetivo es la variopinta plantilla de la entidad, en la que se mezclan diversidad de niveles formativos y conocimientos sobre economía (si bien es cierto que, en este último aspecto, mejor que en el conjunto de la población).
El planeta se vuelve dinero
el dinero se vuelve número
el número se come al tiempo
el tiempo se come al hombre
el dinero se vuelve número
el número se come al tiempo
el tiempo se come al hombre
Entre la piedra y la flor
Octavio Paz
Octavio Paz
En estos versos condensa el poeta la relación entre el planeta, la naturaleza y el dinero (el mundo de la economía y de las finanzas). En buena medida, este documento va a tratar de explicar las relaciones que existen entre mundo de las finanzas (dicho de una forma más prosaica, de los mercados financieros) y el mundo natural. También es, en cierta forma, un complemento al número 8 de la Colección Finanzas Éticas, que versaba sobre la economía ecológica.
Como se ponía de manifiesto en la citada publicación, la primera de las cuestiones que se plantean en el discurso sobre las finanzas y el medio ambiente es el mismo que surge (no podía ser de otra forma) entre el conjunto del sistema económico y los ecosistemas. La economía suele utilizar modelos de funciones lineales o incluso geométricas (como es el caso de las finanzas), estructuras que en la naturaleza no encuentran paralelismo, ya que existen numerosos umbrales a partir de los cuales las funciones se truncan u operan otras condiciones radicalmente distintas (Passet). Asimismo, el desconocimiento que aún tenemos sobre algunos de los equilibrios básicos del planeta hace que en ocasiones estemos actuando a ciegas en lo que a utilización de los recursos naturales se refiere.
Los mercados financieros nacieron con el propósito de intermediar entre los inversores que buscaban oportunidades de negocio para su dinero y las empresas y emprendedores. A través de sus sistemas se lograba un ajuste más eficiente entre las disponibilidades de capital financiero de una sociedad y las actividades propiamente productivas. De la misma forma en la que el concepto de mercado fue acaparando para si mismo a la economía y a los economistas (al menos a una parte muy importante de los mismos); los mercados financieros terminaron convirtiéndose en un fin en si mismos. Estos mercados, en gran medida sobredimesionados, siempre han buscado subterfugios (hoy se le denomina innovación) para crecer. Siguiendo a Galbraith, la mayor parte de las burbujas financieras a las que el mundo ha asistido han tenido como protagonista algún nuevo tipo de activo financiero que no es más que una herramienta para aumentar los niveles de apalancamiento.
Por otro lado, y como mecanismo de arbitraje entre necesidades de inversión y de financiación, los mercados financieros pueden atraer fondos para diversas actividades, muchas de las cuales altamente perjudiciales para el medioambiente. Si, además, se cruza por medio una situación de burbuja, el mecanismo de asignación se vuelve muy ineficiente, sobredotando (y, por ende, sobreexplotando) determinados industrias y sectores.
Asimismo, atendiendo a la dimensión ética, el acento en la rentabilidad oculta en la mayor parte de las ocasiones, las repercusiones morales y éticas de las inversiones financiadas. No se trata sólo de las condiciones de trabajo de los empleados (acoso, sobreexplotación, trabajo infantil), sino también de la responsabilidad de utilizar materias primas manchadas de sangre –el caso del coltran para la industria de la telefonía móvil–, o que son alternativas alimentarias –lo que sucede con el maíz, por ejemplo, que al ser desviado hacia la producción de biocombustibles llevan escasez a los mercados de alimentos–.
Finalmente, hay que reseñar que existe una relación directa entre el precio básico de los productos financieros, el tipo de interés, y la explotación de los recursos naturales, o mejor dicho, la velocidad con la que éstos se utilizan. Pero también debemos citar la utilización de algunas herramientas netamente financieras para la mejora de problemas ambientales o para solucionar los problemas de canalizar inversiones hacia empresas poco éticas o sostenibles.
Dado que en el número anterior de esta colección ya se hizo amplia referencia a las relaciones entre economía y naturaleza, no vamos a insistir en ella más allá de esta introducción. Dedicaremos el espacio, por tanto, a cuestiones un poco más concretas. La primera parte de este libro va a versar sobre la relación entre el precio del dinero en los mercados financieros y el deterioro ambiental. Pero, dado que los mercados financieros también pueden funcionar como herramientas para la mejora del medio ambiente, desde los mercados de CO2 para luchar contra las emisiones, hasta los mecanismos de inversión éticos y sostenibles, a los que dedicaremos la segunda parte del texto.
Buenas tardes. Interesante lectura. Suele suceder que las tesis de grado en las escuelas de finanzas a nivel de postgrado, están orientadas a valorar empresas utilizando herramientas de análisis financiero. Para esto hacen el cálculo del VPN, a través de métodos como el del flujo de caja proyectado, que incluye el cálculo del wacc, el cual a su vez precisa del cálculo del beta y el factor k, etc, etc. Pregunto, sería aceptable hacer una tésis que proponga la valoración de un bien o servicio ambiental asumiendo al VP(Valor Presente) como la "voluntad de pago" por el bien o servicio (VDP), proyectando la demanda de consumo del bien, y transformando los resultados de una encuesta dicotómica o binaria, a través de un análisis econométrico para el cálculo de esta VDP ?
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