Rey lobo, de Juan Eslava Galán

Rey Lobo es una historia épica, y una novela histórica. Pero también es en ocasiones una herramienta de lucimiento del autor, que nos inunda con datos de todas las civilizaciones entre Iberia y el imperio persa aqueménida en tiempos de Artajerjes.
Zumel, un joven guerreo íbero parte con su patrón a combatir como mercenario en el ejército púnico. Tras 20 años de luchas ininterrumpidas, y tras la desaparición de todos sus compañeros, decide cambiar de vida volviendo a su pueblo. Sin embargo, por más que se empeña, no puede ser pastor. Su alma de guerrero y sus propios vecinos no le van a dejar en paz.
Cuando finalmente su verdadera naturaleza sale a la luz, no le queda más remedio que cumplir con una vieja venganza, que le llevará a recorrer todo el Mediterráneo y a recorrer parte del imperio persa hasta llegar a la capital de Artajerjes, Susa.
Con respecto a la narración, en ocasiones la he notado falta de ritmo, lo que hace que haya varios altibajos a lo largo del relato. La primera parte es la más intensa, en la que se centra lo más interesante del relato y en el que el escritor echa el resto. Es más, la decisión de retomar la venganza supone una abrupta interrupción del flujo de la historia. Un flujo que ya no se recupera, puesto que la novela se convierte en el relato de un viaje, más interior que geográfico, en el que se aporta más información que emoción.
Hubiera estado bien algo más de permanencia en la Iberia natal de Zumel, alguna repercusión más profunda de su política guerrera y, por supuesto, la conversión de Aspar en hombre. Pero, a lo mejor, eso será parte de un segundo libro.
En resumen, una novela que va de más a menos y en la que las últimas páginas realmente no aportan nada al relato (aunque sí a la saca de conocimientos de los lectores).

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