¿Nos pueden los prejuicios?
Foto tomada de El País |
No negaré que yo mismo compartía hasta hace unos días esa opinión. El papel jugado por los Hermanos Musulmanes en Egipto me hacía presagiar un desenlace a la iraní. Sin embargo, cuando uno echa un simple vistazo por el retrovisor encuentra muchas razones para el optimismo. La primera sociedad de la que tenemos noticia democrática, la Atenas clásica, era una sociedad fuertemente dispar, en la que las mujeres no tenían apenas papel (fuera del gineceo) y en la que la esclavitud era una institución normal. En el terreno religioso creían en un amplio panteón y su conocimiento científico, con ser muy avanzado respecto a otras culturas, no era ni mucho menos comparable al de la Europa de las luces. Pero inventaron la democracia.
Estados Unidos, en los tiempos de su nacimiento y expansión como país, era una una sociedad desestructurada, construida a base de aluviones de inmigrantes de diversas procedencias y culturas y el juego político era cosa de muy pocos. Y, sin embargo, esa democracia prosperó y superó a las desfasadas monarquías de la Europa Occidental, hasta el punto que hoy se permite el lujo de dar lecciones de libertad.
Otra mirada atrás: ¿era la Francia de la revolución "mejor" que las sociedades árabes actuales? No me lo parece.
Me da la impresión de que nuestros prejuicios no nos dejan mirar con objetividad los fenómenos que se están viviendo en esa parte del mundo. Es posible que muchos de los movimientos que estamos viendo en este 2011 en el mundo árabe terminarán muriendo, pero otros tendrán éxito, porque, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, la Tierra ha borrado las distancias en cuanto a comunicación se refiere y todo el mundo quiere vivir en un entorno en el que se respeten sus derechos, en el que sepa a que atenerse cuando acude a un juicio o en el que las fuerzas del orden público le protejan. En eso, un árabe musulmán no es demasiado diferente de un español o de un estadounidense. Y los ensayos que fracasen sólo serán la madera con la que, tarde o temprano, se prendan nuevas revueltas.
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