La divertiempresa
Reconozco que la idea seguro que no es original. Siempre he pensado que cuando uno se dedica a algo, debe intentar que sea algo que le guste, algo con lo que afortunadamente he logrado durante la mayor parte de mi vida profesional. Siempre he aprendido y he disfrutado por partes iguales (aunque, de vez en cuando, en el camino de todo el mundo se cruzan los sinsabores).
La cosa es que en los últimos tiempos he tenido la fortuna de asistir a la creación y consolidación (al menos en el caso de una) de tres empresas con las que me siento personalmente involucrado. Las tres son diferentes, aunque tienen un punto central en común, la pasión de los emprendedores que hay detrás y la forma en la que eso se deja traslucir en la mayor parte de sus trabajos.
El primer caso que traigo a la palestra es el de Ecomímesis, una consultora ambiental. Fue creada hace ya varios años por un grupo de estudiantes de CC. Ambientales, todos alumnos míos (la ventaja de impartir una asignatura obligatoria), todos pertenecientes a una de las promociones de las que mejor recuerdo guardo. Aún eran numerosos, aún tenían pasión y aún entendían su futura profesión como una verdadera vocación. Comenzaron a realizar estudios en el entorno de la Asociación de licenciados de la carrera, pero pronto se percataron que allí había una forma de ganarse la vida sin renunciar a sus principios. Incluso, poniéndolos por encima de todo. Puedo decir que les he visto crecer, desde aquellos oscuros principios en los que se hacinaban en el vivero de la Cámara de Comercio, hasta sus nuevas oficinas. Con el paso de los años estos alumnos han superado con creces al profesor. Han aprendido a gestionar su empresa, a saber cuándo ganan el dinero y están logrando capear el temporal de esta crisis con una ampliación de su gama de servicios y dando pasos pequeños pero firmes en nuevos territorios.
El segundo caso es Geekia. A esta empresa me unen relaciones familiares, ya que uno de los socios es mi hermano. Intentaré que no me nuble la vista la pasión. En este caso hablamos de tres emprendedores de diferentes perfiles: un informático completamente entregado a la causa del open source; un diseñador gráfico, y un creativo de publicidad bastante versátil (lo mismo se echa una mancha en la camiseta que de da un speech sobre redes sociales). A ellos también los vi nacer. Hace cosa de un año y poco me plantearon una idea de producto, un sistema de información para la agricultura. El producto, sinceramente, no lo vi, pero me fijé en que el verdadero producto novedoso eran ellos juntos. Los tres uniendo sus fuerzas y sus habilidades podían ofrecer soluciones imaginativas y globales a los problemas de comunicación de las empresas. No me equivoqué. No crearon una agencia de publicidad al uso, sino un laboratorio de comunicación del que no sólo salen páginas web y estrategias de comunicación en redes sociales, sino también algunos buenos ejemplos de código libre. E ideas, muchas ideas que espero vayan haciendo realidad. Y, lo que más me llama la atención, si uno sigue su Twitter se rápidamente de que saben pasárselo en grande mientras trabajan (han llegado a trolearse entre ellos en medio de una charla).
Finalmente, un proyecto que aún no ha nacido oficialmente. Futboling es un producto, y un servicio, y una red social, y un juego, y una forma de ayudar a los demás, y quintales de ilusión. Y un misterio. Porque aún no sabe nadie exactamente cómo es. Este es un proyecto que lleva unos cuantos años tomando forma. Primero fue una idea, sobre esa idea, Nacho Escobar (un amiguito de la infancia y un emprendedor en el más estricto sentido de la palabra) y sus compañeros fueron dándole forma a futboling. Obviamente tiene que ver con futbolines, pero como digo, no se podrá saber mucho más hasta el próximo 2 de junio. De lo que sé hasta este momento, puedo afirmar que tiene una importante componente industrial y que, aunque parezca imposible, se producirá completamente en España. También puedo hablar de la capacidad de liderazgo y de transmitir ilusión de Nacho que, con su FaceBook, su yogur de pera y mucho sentido del humor ha logrado un grupo de colaboradores que están promocionando su Fan Page de FaceBook. Aunque ya sé que es precipitado, intuyo que no me va a defraudar y que aún logrará sorprenderme un poco más.
Como decía al principio, estos tres proyectos tienen en común la ilusión, que es el nexo común de cualquier proyecto que comienza, pero también la diversión. Sus protagonistas se divierten haciendo lo que hacen y eso se nota: lo notan los clientes, lo notan los competidores y hasta lo notan sus amigos. No sé si dentro de 10 años estos proyectos estarán aún funcionando, pero estoy seguro de que sus promotores seguirán haciendo cosas en las que se diviertan.
La cosa es que en los últimos tiempos he tenido la fortuna de asistir a la creación y consolidación (al menos en el caso de una) de tres empresas con las que me siento personalmente involucrado. Las tres son diferentes, aunque tienen un punto central en común, la pasión de los emprendedores que hay detrás y la forma en la que eso se deja traslucir en la mayor parte de sus trabajos.
El primer caso que traigo a la palestra es el de Ecomímesis, una consultora ambiental. Fue creada hace ya varios años por un grupo de estudiantes de CC. Ambientales, todos alumnos míos (la ventaja de impartir una asignatura obligatoria), todos pertenecientes a una de las promociones de las que mejor recuerdo guardo. Aún eran numerosos, aún tenían pasión y aún entendían su futura profesión como una verdadera vocación. Comenzaron a realizar estudios en el entorno de la Asociación de licenciados de la carrera, pero pronto se percataron que allí había una forma de ganarse la vida sin renunciar a sus principios. Incluso, poniéndolos por encima de todo. Puedo decir que les he visto crecer, desde aquellos oscuros principios en los que se hacinaban en el vivero de la Cámara de Comercio, hasta sus nuevas oficinas. Con el paso de los años estos alumnos han superado con creces al profesor. Han aprendido a gestionar su empresa, a saber cuándo ganan el dinero y están logrando capear el temporal de esta crisis con una ampliación de su gama de servicios y dando pasos pequeños pero firmes en nuevos territorios.
El segundo caso es Geekia. A esta empresa me unen relaciones familiares, ya que uno de los socios es mi hermano. Intentaré que no me nuble la vista la pasión. En este caso hablamos de tres emprendedores de diferentes perfiles: un informático completamente entregado a la causa del open source; un diseñador gráfico, y un creativo de publicidad bastante versátil (lo mismo se echa una mancha en la camiseta que de da un speech sobre redes sociales). A ellos también los vi nacer. Hace cosa de un año y poco me plantearon una idea de producto, un sistema de información para la agricultura. El producto, sinceramente, no lo vi, pero me fijé en que el verdadero producto novedoso eran ellos juntos. Los tres uniendo sus fuerzas y sus habilidades podían ofrecer soluciones imaginativas y globales a los problemas de comunicación de las empresas. No me equivoqué. No crearon una agencia de publicidad al uso, sino un laboratorio de comunicación del que no sólo salen páginas web y estrategias de comunicación en redes sociales, sino también algunos buenos ejemplos de código libre. E ideas, muchas ideas que espero vayan haciendo realidad. Y, lo que más me llama la atención, si uno sigue su Twitter se rápidamente de que saben pasárselo en grande mientras trabajan (han llegado a trolearse entre ellos en medio de una charla).
Finalmente, un proyecto que aún no ha nacido oficialmente. Futboling es un producto, y un servicio, y una red social, y un juego, y una forma de ayudar a los demás, y quintales de ilusión. Y un misterio. Porque aún no sabe nadie exactamente cómo es. Este es un proyecto que lleva unos cuantos años tomando forma. Primero fue una idea, sobre esa idea, Nacho Escobar (un amiguito de la infancia y un emprendedor en el más estricto sentido de la palabra) y sus compañeros fueron dándole forma a futboling. Obviamente tiene que ver con futbolines, pero como digo, no se podrá saber mucho más hasta el próximo 2 de junio. De lo que sé hasta este momento, puedo afirmar que tiene una importante componente industrial y que, aunque parezca imposible, se producirá completamente en España. También puedo hablar de la capacidad de liderazgo y de transmitir ilusión de Nacho que, con su FaceBook, su yogur de pera y mucho sentido del humor ha logrado un grupo de colaboradores que están promocionando su Fan Page de FaceBook. Aunque ya sé que es precipitado, intuyo que no me va a defraudar y que aún logrará sorprenderme un poco más.
Como decía al principio, estos tres proyectos tienen en común la ilusión, que es el nexo común de cualquier proyecto que comienza, pero también la diversión. Sus protagonistas se divierten haciendo lo que hacen y eso se nota: lo notan los clientes, lo notan los competidores y hasta lo notan sus amigos. No sé si dentro de 10 años estos proyectos estarán aún funcionando, pero estoy seguro de que sus promotores seguirán haciendo cosas en las que se diviertan.
David, te falta un divetiempresa... www.rafaello.es. Un saludo.
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