Hundamos el Titanic

Anoche (12 de abril de 2012), en la presentación del número 20 de la colección de estudios Mediterráneo Económico, el profesor Antón Costas resumía las opciones de España a sólo cuatro tras citar a San Agustín (Dios mío, dame la castidad/austeridad, pero no ahora). A saber:

  • 1. Seguir por la actual senda de desendeudamiento privado (lento) y ajuste público (rápido) (los paréntesis son mis añadidos). Esta senda es peligrosa y a corto plazo nos conduce a más recesión y a poner a prueba la resistencia de la sociedad. En este punto nos recordó que en la historia es fácil rastrear situaciones parecidas en las que el populismo fue la alternativa libremente elegida por los pueblos.
  • 2. Que Alemania comenzara a trasvasar fondos a la Europa del Sur, al tiempo que éstos enviasen mano de obra a Alemania, solución por la que no cree que los germanos sintieran demasiada simpatía.
  • 3. Cambiar la filosofía del euro desde una unidad de cuenta de unión monetaria a una moneda de unión económica. Es decir, que el BCE se convierta en un verdadero banco central y actúe como tal, lo que implicaría (esto lo apostilló Josep Piqué) una renuncia de los países a parte de su soberanía.
  • 4. Una salida de Alemania del euro. Dicho de otra forma, una voladura de la moneda y la vuelta a unidades de cuenta nacionales, con el riesgo de dinamitar al mismo tiempo la UE y condenar a la nimiedad a una Europa que ya de por sí está bastante disminuida en el contexto mundial.

A su juicio, la mejor opción es la tercera, pero el problema es que en Europa las decisiones se toman demasiado despacio. Su visión, por tanto, es bastante pesimista (repitió en varias ocasiones "no me salen las cuentas"). A lo largo de la intervención fue "picando" a Piqué para que éste le hiciera una réplica. El ex ministro no se achicó y entró al envite, apostando por la austeridad en las cuentas públicas para restablecer la confianza en los mercados, a los que hemos estado apelando para financiarnos más de una década. Coincidió con Costas en que la opción más Europa es la deseable, con la apostilla ya mencionada y terminó su alocución con la frase: " y no olviden que cuando el Titanic se hunde, se hunden con él los pasajeros de tercera y los de primera".
Coincido con Costas en la apreciación de que nos estamos autocondenando a una travesía del desierto incierta y muy peligrosa desde el punto de vista de la estabilidad social. Los recortes actuales, y los que tendremos que seguir haciendo para enjugar los efectos de las menores recaudaciones fiscales, nos están situando en un estado de postración económica que, a lo peor, los españoles no estamos dispuestos a asumir.
La clave es crear condiciones para crecer y, en base a ese crecimiento, reconstruir las finanzas públicas. Cierto que esta crisis nos debe servir para purgar nuestros pecados públicos y privados, pero el castigo no puede suponer la muerte del pecador.
Luego... ¿Nos queda alguna salida aparte de desangrarnos vivos? Yo propongo que hundamos el Titanic, para continuar con la metáfora de Piqué. La economía española sigue siendo una de las grandes de la Unión. Un hipotético rescate a nuestra economía supondría, de facto, la quiebra del sistema euro. Y esa es nuestra única ventaja. Aparte de los recortes públicos, desde hace dos años, el sector privado ha comenzado a reajustar sus costes, realizando una devaluación en toda regla a través de la reducción de salarios nominales. Es decir, posiblemente, nuestra posición competitiva está mejorando más deprisa de lo que pensamos, pero debemos ganar algo de tiempo para permitir a las empresas crecer en el exterior. Creo que la jugada pasaría por "forzar" a Europa a actuar deprisa. Primero cerraría un pacto de Estado con la oposición basado en una hoja de ruta creíble a medio plazo en la que se ralentice el ritmo del ajuste público. El siguiente paso debería ser ir a Bruselas (o a Berlín) con ese plan y decirles a nuestros socios (o a nuestra jefa) que esa es nuestra elección de salida de la crisis y que la defenderemos como los últimos de Filipinas defendieron su pequeña misión. Y que si no nos permiten los márgenes que pedimos, la opción es dinamitar el euro. O sea, hundir el Titanic. Mientras, en el ámbito interno tendremos que ponernos a sacar de golpe y a toda prisa la basura que aún quede en los balances bancarios, tendremos que reducir nuestros salarios y reajustar nuestra administración (¿Cual debe ser el tamaño mínimo en términos de población de un municipio? ¿Cuáles son los servicios que debe ofrecer cada administración? ¿Qué debe estar centralizado y qué no?) para que el gasto no sea menor, sino mucho más eficiente.
Si el plan sale bien, habremos ganado algo de tiempo y se habrá metido prisa al programa "más Europa", permitiendo un clima de mayor confianza no ya en España, sino en el proyecto europeo. Si sale mal, perderemos todos. España seguramente tendría que realizar una quita, crearía una nueva "peseta" y se vería castigada por los mercados internacionales por al menos 20 años, que es el tiempo en el que la actual generación de inversores será sustituida por otra nueva. Y, mientras tanto, los españoles aprenderemos a vivir sin necesidad del ahorro exterior... Hasta la próxima burbuja, claro.

Comentarios

  1. Pues me da que si lo que necesitamos son soluciones rápidas desde Europa... Vamos listos.

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  2. De ahí lo de forzarlas, porque si esperamos a que se caigan del guindo, estamos en quiebra, con un rescate imposible y obligados a suspender pagos (o sea, con el euro echo un guiñapo).

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