La cuadratura del círculo en 2012
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Los mercados dudan de nuestra capacidad para crecer y devolver las deudas, y el circuito del crédito, clave para salir del atolladero, aún no se ha normalizado.
El contexto internacional ha mejorado en los últimos meses. Las previsiones del FMI de abril señalan en esta dirección y aportan algo de tranquilidad al convulso momento económico. La crisis financiera internacional sigue lastrando las previsiones y supone un extra de incertidumbre. En concreto, la situación de la Eurozona es una olla a presión en la que las fuerzas expansivas de los gases están poniendo a prueba las paredes del euro. Estas previsiones ponen de relieve la esperada mejora del pulso económico a nivel mundial, sustentado por el buen comportamiento de Estados Unidos y los emergentes, entre los que hay que volver a resaltar a China. Los países en desarrollo serán los protagonistas del año económico, tirando de los desarrollados y, en lo que más nos afecta, de Europa.
No obstante, y como ya se ha mencionado, las incertidumbres siguen siendo muchas y el epicentro de la mayor parte de ellas lo tenemos en la Eurozona. Los gabinetes de análisis se muestran muy precavidos con la valoración de estas revisiones alcistas y, sobre todo, con las relativas a China. Optimista en exceso o no, lo cierto es que el peligro para la economía mundial no está conjurado y en cualquier momento pueden recrudecerse las tensiones. Los precios de las materias primas, que venían cayendo durante casi 2011, parecen haber encontrado una nueva resistencia, que podría estar señalando una mejora de la demanda de las mismas y una cierta inflexibilidad de la oferta para incrementar su producción. Es decir, la recuperación europea tendrá que ser a unos niveles de precios de los insumos básicos muy elevados.
Por otro lado, las presidenciales francesas suponen algo más que una reválida para el presidente Sarkozy. Hasta ahora, el binomio Francia-Alemania había sostenido la opción de la austeridad fiscal como única vía para salir de la crisis. Esta política llevada al extremo puede llegar a tener unos efectos demoledores sobre la capacidad de crecimiento de los países, y el mensaje del candidato Hollande va en esa dirección.
Entre estos países, por desgracia se cuenta España, que ha pasado a ocupar el centro del escenario de la crisis de la deuda soberana. Los mercados dudan, no ya de nuestras medidas, sino de nuestra capacidad para crecer y poder devolver las deudas. La demanda nacional sigue en estado de shock, y es complicado que se pueda superar esta situación a corto plazo, ya que el proceso de desendeudamiento está resultando más costoso y lento de lo inicialmente previsto y los intensos recortes en el gasto público están pesando sobre la confianza de las familias y empresas españolas. El circuito del crédito no se ha normalizado y ésta es una condición necesaria para comenzar a salir del atolladero.
Si el escenario del FMI se consolidase, las expectativas relativas a España serían mejores. Es obvio que el país cuenta con una base de potentes empresas exportadoras que podría ir ampliándose si las condiciones de nuestros socios más cercanos mejoran y aumentan su potencial de consumo. Si no fuera así el panorama del presente ejercicio sería mucho más oscuro. El entorno, por tanto muestra tanto síntomas favorables como desfavorables; más de los segundos según acercamos el foco a España.
En resumen, nos toca en lo que queda de 2012 intentar la cuadratura del círculo: desendeudarse y crecer, al tiempo que recortar el déficit público...
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