La casa pierde, de Juan Villoro
Justo acabo de leer la última frase del libro: "el relato lo toca lo suficiente para desear mi destrucción: decide publicarlo". Y he sentido la necesidad de apresurarme a escribir la reseña, para no olvidar, para poder afirmar aún con el eco de las últimas sílabas que Villoro es un gran fabulador. La casa pierde es una colección de cuentos que mantiene como nexo común el protagonismo de hombres fracasados. En algunos casos, el fracaso es sobrevenido, aunque en la mayoría se trata de una característica fuertemente arraigada en la personalidad de los personajes. No obstante, tengo que reconocer que alguna de las narraciones se me ha hecho un poco larga, aunque no ha sido precisamente las más numerosa en páginas. No se si se ha debido a la puntuación, al particular uso del lenguaje, tan mexicano, o a las condiciones de lectura, siempre bajo un sol de justicia a las horas intempestivas que en verano se roban a la siesta en las playas. Sin embargo, el regusto final es excelente. Ya me pareció con El extremo fantasma que el libro mejoraba por momentos: la maravillosa recreación literaria de lo más ruin del fútbol, en la que el perdedor no se sabe perdedor hasta el final justo cuando está a punto de ganar. Y es curioso, porque el juego y el deporte atraviesan el libro desde el principio hasta el final, ya sea como excusa, ya sea como tabla de salvación de algún protagonista o como método de expiación.
El momento culminante se logra con La corrección, un cuento sobre los cuentos y sus escritores, sobre la envidia, sobre los infiernos del éxito y los del fracaso: una obra maestra.
Supe de Villoro gracias a Orsai, y cuando vi su nombre en la cubierta de este libro, lo compré sin más, a pesar de haber superado mi presupuesto inicial de compras (fui a por sólo uno, y me traje tres). La única duda que me reta es saber si en la larga distancia es tan bueno como en la corta. Pero eso será asunto de otra reseña.
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