El manto de invisibilidad corporativo

Foto: sayko2k20.wordpress.com
En ocasiones, el principio de Peter se muestra incapaz de explicar el ascenso de individuos que parecen superar, de largo, el límite de sus capacidades. Dichos individuos se comportan como investidos por un manto de invisibilidad tras el que quedan ocultos tanto ellos como sus errores o desmanes. Con estas personas, la cultura corporativa hace una excepción. Cualquier observador externo, incluso el incrédulo que mire desde el interior, se da cuenta de la falta de sintonía entre los valores de la organización y los comportamientos del “invisible”, pero como si de una conspiración astral se tratase, los años pasan y el manto actúa indefectiblemente llegando a “ocultar” la singularidad de los “comportamientos extraños”.
Llegados a este punto es interesante resaltar que el buen funcionamiento del manto no es sólo obra del portador. La complejidad de las relaciones humanas y el peso de los prejuicios pueden contribuir de forma decisiva a tejerlo. De hecho, las causas en las que se fundamenta el manto de invisibilidad siempre son variadas. Puede ocurrir que el “invisible” sea capaz de crear a su alrededor un "campo de distorsión de la realidad", como el que dicen que poseía Steve Jobs. Así, tanto él como los que estuvieran a su alrededor estarían viviendo una realidad distinta a la del resto, en la que los propios sufrientes directos estarían presos de una especie de síndrome de Estocolmo. Pero casi siempre tiene que haber una cierta colaboración del entorno. Personas que dicen no comprender el comportamiento del sujeto cubierto por el manto, pero que con sus omisiones o con halagos no hacen sino reforzar la trama del mismo. Así se logra que incluso los que perciben claramente la divergencia, terminen considerándola como una excepcionalidad, como algo normal por su propia rareza. Aunque la gran mayoría simplemente no se atreven externalizar sus opiniones ante el temor de que pueda suponer un empeoramiento de su situación personal o, incluso, una modificación del estatus quo de poder.
Afortunadamente, tarde o temprano, la inteligencia institucional termina poniendo de relieve el problema. Entonces el manto de invisibilidad se convierte en una llamativa capa de colores fosforescentes y nadie alcanza a comprender cómo fue posible que pasara desapercibido. Usualmente, el descubrimiento viene acompañado con la caída en desgracia del sujeto y una enorme retahíla de “se veía venir”, “ya lo decía yo”. Sin embargo, no se debiera olvidar que la invisibilidad no sólo era responsabilidad del poseedor del manto, sino también de quienes, por obra y omisión, dejaron que el manto creciera y se hiciera cada vez más opaco.
Evitar que se creen los mantos de invisibilidad se antoja complicado, pero si la organización es transparente en todos sus procesos (al menos en su ámbito interno) y si los valores y principios son verdaderamente asumidos por todos los miembros, estaremos sentando las bases para lograrlo.


Comentarios

  1. No es broma, el jueves de la semana pasado estuve hablando del tema con el director del cole. NO recordaba el principio.

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