Atlas de tierras legendarias, de Edyth McLeod
Este libro vino como un regalo de Navidad adelantado. Cuando lo vi en la revista de diciembre del Círculo de Lectores supe de inmediato que ésta sería una de las compras ineludibles. Y, al recibir el pedido, también supe de inmediato que iba a ascender a la cúspide del montón de lecturas pendientes. Y ha merecido la pena.
En primer lugar hay que destacar la calidad de la edición: excelente. El libro está profusamente ilustrado con reproducciones de mapas antiguos y con detalles de viejos pergaminos. Es decir, es un libro bello.
En segundo lugar, la temática no puede ser más interesante: las tierras legendarias. Tierras que aparecieron en los mapas en algún momento, tierras que nunca existieron más que en la imaginación de los marinos. Es muy curioso también observar cómo las ideas dominantes en la Edad Media llegaron a tergiversar una realidad contrastada desde la Grecia Clásica, hasta el punto de convertir a Jerusalén en el Centro de la Tierra.
A lo largo de las páginas se cruzan mitos, ideas de bombero, errores y utopías. No se trata sólo de una enumeración de errores, en algunos momentos, la autora intenta encontrar lo que puede haber de realidad en alguno de los mitos, por ejemplo cuando se narra el viaje de San Barandán, en el que las descripciones literarias encuentran su traslación en tierras reales y que podrían suponer que el primer desembarco europeo en América del Norte se adelantara unos 300 años con respecto a la saga de Erik el Rojo.
La lectura, por tanto, es muy variada y entretenida, con apartados especiales para algunos de los temas (no hay que dejar de leer el relativo al Castillo de Coral de Miami, o el que hace mención a la Atlántida).
Las sorpresas son numerosas (al menos para mí), pero se me han quedado un par: la perfecta cartografía de la costa occidental de la Antártida (sin hielo, cosa que no sucede desde hace 14.000 años) o la aparición de parte del litoral americano en el mapa de Piri Reis.
En primer lugar hay que destacar la calidad de la edición: excelente. El libro está profusamente ilustrado con reproducciones de mapas antiguos y con detalles de viejos pergaminos. Es decir, es un libro bello.
En segundo lugar, la temática no puede ser más interesante: las tierras legendarias. Tierras que aparecieron en los mapas en algún momento, tierras que nunca existieron más que en la imaginación de los marinos. Es muy curioso también observar cómo las ideas dominantes en la Edad Media llegaron a tergiversar una realidad contrastada desde la Grecia Clásica, hasta el punto de convertir a Jerusalén en el Centro de la Tierra.
A lo largo de las páginas se cruzan mitos, ideas de bombero, errores y utopías. No se trata sólo de una enumeración de errores, en algunos momentos, la autora intenta encontrar lo que puede haber de realidad en alguno de los mitos, por ejemplo cuando se narra el viaje de San Barandán, en el que las descripciones literarias encuentran su traslación en tierras reales y que podrían suponer que el primer desembarco europeo en América del Norte se adelantara unos 300 años con respecto a la saga de Erik el Rojo.
La lectura, por tanto, es muy variada y entretenida, con apartados especiales para algunos de los temas (no hay que dejar de leer el relativo al Castillo de Coral de Miami, o el que hace mención a la Atlántida).
Las sorpresas son numerosas (al menos para mí), pero se me han quedado un par: la perfecta cartografía de la costa occidental de la Antártida (sin hielo, cosa que no sucede desde hace 14.000 años) o la aparición de parte del litoral americano en el mapa de Piri Reis.
Comentarios
Publicar un comentario