El crédito agrario en tiempos de crisis


En la base de la crisis financiera internacional ha estado el aumento descontrolado del crédito, que propició en diversos países el nacimiento y crecimiento de variadas burbujas. En el caso español, la madre de todas ellas fue la del sector de la construcción, principalmente en el ámbito de la de la vivienda residencial. Cuando acabó la fiesta, sin embargo, los efectos de la explosión no se centraron en dicho sector, sino que transmitieron al conjunto de la economía real del país.
El sector privado español (familias y empresas) deben corregir su sobreendeudamiento, o el apalancamiento financiero en el que han incurrido, para que la situación se normalice y puedan volver a crecer desde fundamentos sólidos. Este proceso de desendeudamiento no es sencillo y no está exento de traumas. En el caso de las empresas viene acompañado en muchas ocasiones procesos concursales y cierres con el consiguiente desempleo. Por el lado de las familias, el aumento del paro y las expectativas negativas comprimen el consumo y aumentan la morosidad hipotecaria (su principal capítulo de deuda). Es decir, por esta vía, se comprime la demanda de crédito.
Por otro lado, la desconfianza generalizada entre los agentes del sistema financiero ha provocado un prolongado credit crunch (una paralización del flujo de crédito) en los países periféricos de la Eurozona. Las entidades financieras españolas han visto vetado de facto su acceso a los mercados mayoristas, dificultando su financiación a corto plazo y paralizando el flujo de dinero hacia las actividades productivas. Al mismo tiempo, el aumento de la deuda soberana y los diferenciales de tipos con respecto a la alemana (la prima de riesgo) han contribuido a que una parte de la inversión bancaria termine financiando al Estado (efecto crowding out). Dicho de otro modo, la oferta de crédito también se ha reducido.

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