La economía de Almería, un estado de la cuestión (1)
Este artículo (que he dividido en dos porque era un poco largo de más) lo he elaborado a petición de la Revista Novaciencia del mes de Junio. Espero que os resulte interesante y que, por favor, me contéis en los comentarios vuestras impresiones...
La economía de Almería a comienzos
del siglo XXI era un avión propulsado principalmente por cuatro motores: la
construcción, la piedra natural, el turismo y la agricultura. En realidad, los
motores que más estaban rindiendo parecían ser los dos primeros, ya que era en
ellos en los que se generaba la mayor parte del empleo y del PIB. El turismo se
encontraba en horas bajas desde la reestructuración del sector provocada por el
advenimiento del modelo de bajo coste (primero sólo en los vuelos, luego en
todo lo demás); y la agricultura se mostraba como un sector maduro (así le
decíamos) en el que no resultaba sencillo generar más actividad y riqueza. Pero
llegó la crisis, y no sólo motivó el parón casi inmediato de los dos motores
principales, sino que a través del circuito del crédito produjo una esclerosis
casi general en toda la economía.
El conjunto de la economía española
estaba gripado, los circuitos de crédito mayoristas y minoristas colapsados y
el ajuste necesario se cebaba en la destrucción de empleo. Almería no fue una
excepción, antes al contrario, resultó ser una de las provincias en la que más
rápidamente creció el desempleo y en apenas dos años pasamos de ser un
territorio de bajo paro a alcanzar las tasas más altas del país.
Pero eso es pasado, estamos casi a
medio camino de 2013, quinto o sexto año
de crisis, según el inicio lo fijemos en 2007 (hipotecas subprime) o 2008 (colapso de Lehman Brothers), y con dos períodos
diferenciados en lo que a política fiscal se refiere. Un primer momento, hasta
2010, expansiva, con un aumento del gasto público espoleado por el aumento de
las prestaciones por desempleo y por los intentos poco razonados de poner en
marcha el consumo público. Desde mediados de 2010 cambió el signo y nos sumimos
en la austeridad auspiciada por los países del centro de la Eurozona. Por el
camino, también, hemos estado a punto de ser intervenidos y hemos tenido que
rescatar a una parte importante del sistema bancario con la intervención de nuestros
socios europeos.
Ahora estamos sumidos en una segunda
recesión, con el consumo interno fuera de juego, con una Europa que crece muy
poco (o incluso decrece) y con una guerra abierta entre diversas divisas
internacionales en una batalla de devaluaciones encubiertas. Es decir, en uno
de los entornos más complejos que podamos imaginar para fomentar las
exportaciones o para encarar una recuperación. La buena noticia es que, a pesar
de ello, España ha logrado en marzo su primer superávit comercial desde que se
calculan estas estadísticas.
Nuestro presente, por tanto, aunque
no es halagüeño tampoco puede ser un páramo desolado. La construcción tendrá
que esperar a que se digiera el exceso de obra residencial iniciado en los años
de la fiebre. La piedra natural parece que comienza tocar suelo, y vuelve a
apostar (como en el 93) por la apertura de nuevos mercados. Aún así, las cifras
son tozudas e invitan a pensar que ninguno de ellos logrará crecer en Almería
en este 2013. Es posible que la piedra, si logra encauzar sus envíos hacia
mercados en expansión, pueda comenzar a torcer su rumbo, pero la construcción
apenas aportará proyectos urbanos en buenas localizaciones, y con una venta muy
complicada por la propia parálisis de la demanda.
El caso del turismo es diferente. El
número de turistas que entra por las fronteras españolas parece que tiende a
acelerarse en este 2013, lo cual son muy buenas noticias para el sector. Sin
embargo, en Almería, la demanda de origen nacional ha sido siempre muy
importante, y en los últimos años, a raíz de los ya mencionados cambios en el
marcado se ha convertido en el principal demandante. La suma de estos dos fenómenos
implica que, en Almería, las pernoctaciones hoteleras sigan cayendo de forma
importante. No obstante, es cierto que el fenómeno del turismo residencial ha
trasvasado mucha pernoctación desde los hoteles hacia las segundas residencias
y que, por tanto, los efectos sobre las economías locales no serán tan
negativos como podría parecer inicialmente.
Nos queda, en resumen, un único
motor con cierta capacidad de crecimiento, que es la agricultura. Con una buena
campaña el año pasado y la actual, que está en sus últimas semanas, que parece también
haber cosechado buenos resultados, la horticultura de primor se ha convertido
en la única fuente de buenas noticias en nuestra economía. A pesar de
enfrentarse a problemas muy complejos y profundos, está demostrando una vez más
su capacidad para transformarse y adaptarse. Las exportaciones han vuelto a
crecer y ya suponen el 70% de la producción, al tiempo que las cotizaciones
medias han acompañado y han contribuido a animar el mercado a todos los niveles.
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