La economía de Almería: un estado de la cuestión (y 2)
Segunda parte del artículo sobre la coyuntura económica almeriense elaborado a petición de la Revista Novaciencia para el número del mes de Junio. Espero que os resulte interesante y que, por favor, me contéis en los comentarios vuestras impresiones...
El que parecía hace tan sólo cinco
años un sector con poca capacidad de reacción está demostrando que tiene más
músculo de lo que parecía. La clave de este poder de resiliencia (de
recuperarse ante las crisis) es la enorme adaptabilidad que tiene el sistema y
su elevada disposición a la adopción de innovaciones tanto en productos como en
procesos. Los agricultores, una vez desaparecidas otras posibilidades de
inversión que prometían grandes rendimientos a corto plazo, parecen haberse
volcado con sus explotaciones y han mejorado tanto la productividad como la
calidad y gama de sus productos. Por otro lado, a pesar de que la oferta sigue
estando muy dispersa, en los últimos años se han producido movimientos muy
esperanzadores de concentración. Estos movimientos, combinados con las mejoras
realizadas en las explotaciones individuales, están provocando un repunte de la
producción y, lo que es más importante, del valor de la misma.
En resumen, el avión que es Almería
vuela a mucha menos altura que hace cinco años, y con tan sólo motor y medio.
Es posible, por tanto, que podamos comenzar a ver una mejoría de la situación a
medio plazo, aunque esto va a depender en gran medida del contexto nacional e
internacional. Las incertidumbres aún son muchas: el sector agroalimentario
está sufriendo un vuelo del consumidor hacia los precios que puede terminar
afectando a la rentabilidad de nuestras explotaciones hortícolas, como ya está
sucediendo en otros subsectores. Nuestros compradores tradiciones también están
en problemas y no será fácil incrementar nuestras ventas a estos destinos, siendo
imprescindible que sigamos buscando nuevos mercados.
Finalmente, aún cuando la economía
volviese a crecer, el problema social d el paro no se vería resuelto a corto
plazo. A diferencia de lo sucedido durante la década de los 90 y primeros años
de este siglo, los crecimientos del PIB se producirán merced a ganancias de
productividad y no a la movilización de ingentes cantidades de mano de obra
poco cualificada. Todo apunta a que el paro será un hueso duro de roer para
Almería. Téngase en cuenta que en esta provincia el crecimiento demográfico ha
sido muy intenso, y que éste se ha sustentado en la incorporación de grandes
contingentes de personas en edad de trabajar (población activa). La reducción a
corto plazo de nuestra tasa de paro va a provenir más de una reducción del
número de activos que el de desempleados, bien sea por desistimiento o
directamente por abandono de nuestro territorio. Los inmigrantes llegados de la
Europa del Este o de Latinoamérica posiblemente encuentren ahora más
posibilidades de empleo en sus respectivos países que en España o Almería, y
muy posiblemente veremos cómo se reducen esos contingentes. También se sumarán
a la corriente migratoria los trabajadores más capacitados de la provincia que
buscarán empleos de calidad más allá de nuestras fronteras.
Los que nos quedemos, jóvenes y
viejos, tenemos la obligación moral de crear las condiciones para que en un
futuro no demasiado lejano podamos reincorporar ese talento en nuestra
economía, por lo que debemos esforzarnos en crear las condiciones más
favorables para el nacimiento de empresas que utilicen de forma intensiva el
conocimiento y la innovación para crear valor. Justo como lo está haciendo ya
la agricultura protegida.
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