¿Y si China se desploma?
Durante unos días del pasado mes de junio cundió el pánico en torno al sistema bancario chino, luego comenzaron a llegar noticias poco esperanzadoras sobre la marcha de la actividad (bueno, siguieron llegando, pero ahora se les prestaba más atención) y, finalmente, conocíamos que las exportaciones e importaciones del gigante estaban cayendo en junio.
Todo parece indicar que China se está parando. La fábrica del mundo ya no es capaz de seguir aumentando sus cifras y la historia del cambio de modelo hacia uno de crecimiento endógeno, basado en el consumo nacional, no parece que funcione, entre otras cosas por la elevada propensión al ahorro de los ciudadanos chinos...
¿Y si China cae? Esa es la pregunta que mucha gente ha comenzado a hacerse. Hace unos años, si me hubiera puesto a pensarlo, hubiera dicho que, en el fondo no es más que una consecuencia lógica del enfriamiento de la economía internacional (aunque los indicadores de EEUU y los adelantados de la UE parecen mejorar –con permiso de la opinión del FMI–). En cierta forma, era lo que cabía esperar como resultado de las políticas monetarias tan agresivas de EEUU o Japón: devaluación de sus monedas y apreciación del renminbi con los correspondientes efectos sobre la competitividad internacional. Pero hoy ya sé, porque esta crisis nos lo ha recordado con singular crudeza, que además de la fuerza, existe el reverso tenebroso (aka sistema financiero) y que éste es tan real y genera efectos tan reales o más que los de la propia economía real. Y en ese mundo del reverso tenebroso financiero nos encontramos con que son los chinos son los principales financiadores de la deuda pública occidental y concretamente, estadounidense.
Visto así, las salidas a esta situación se amplían, ya que China tiene en su poder una fabulosa herramienta de presión que estaría dispuesta a utilizar en el caso de que su enfriamiento supusiera un aumento de las tensiones políticas en su interior. Por otro lado, son muchas las multinacionales estadounidenses que tienen intereses en China, por lo que no sería de esperar una sobrerreacción por ninguna de las partes que amenazase de verdad el status quo. No obstante, un enfriamiento de la actividad en China terminaría detrayendo recursos de los mercados financieros internacionales para ser usados en su territorio nacional, provocando a corto plazo problemas de liquidez. ¿Habrá alguien dispuesto (o simplemente en condiciones) de comprar la deuda americana en las cantidades que ésta requiere? ¿Volverá China a recuperar el pulso de su economía en pocos meses (me viene a la cabeza la tesis de Acemoglu y Robinson sobre los límites institucionales del desarrollo chino)?¿Estaremos asistiendo a un recrudecimiento de la crisis con un nuevo escenario en el que los emergentes dejen de emerger? ¿Será este el comienzo de una nueva revolución en China, en esta ocasión hacia instituciones más democráticas?
Todo puede pasar...
Otorgándole tanto poder a un país, cualquiera que sea Alemania, USA o China,luego no podrá haber quejas respecto a como nos influyen sus decisiones. Recién llegado a Shanghai, veo una gran polarización de la sociedad pero una sociedad en movimiento, está cambiando la situación de la clase baja y eso provoca un aumento de la clase media, aunque esto no es Turquía, aquí hay un desorden difícil de arreglar.
ResponderEliminarPor mi experiencia, he viajado a unos 14 países muchos de ellos ex-URSS, veo mucha gente trabajando muchas horas pero poca productividad, y me sorprende ver en todas que como en todas esas ex-repúblicas soviéticas hay una gran cantidad de recursos ociosos. Por ejemplo, mi visita a Carrefour ayer, el 75-80% del personal estaba chateando por el móvil o reunidos en grupos hablando, solo trabajaban las cajeras!No es el trabajo, es la forma de trabajar lo que falla.
Se palpa un cambio al menos en esta ciudad, no sé si hablar de democracia es muy arriesgado pero por el MOMENTO no veo una dictadura opresiva al menos en Shanghai, de las zonas rurales no hablo.
Un saludo.