El juego de Ender, de Orson Scott Card

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Reconozco que, aún siendo un aficionado a la ciencia ficción aún no había leído esta novela. El próximo lanzamiento de una película sobre el mismo ha sido lo que me ha llevado, este verano, a ponerme manos a la obra.
Lo primero que debo decir es que había leído y escuchado críticas siempre muy favorables con respecto a la misma, con lo que estaba bastante condicionado y, por ello, el resultado final de la experiencia ha sido un poco frustrante.
Y no es que la idea sea mala, que no lo es. Un ejército internacional que selecciona niños y que los forma desde muy pequeños para llegar a ser generales y afrontar con garantías una más que posible futura amenaza planetaria (una tercera invasión de los insectores). La formación de los críos se lleva a cabo fundamentalmente a través de juegos, en los que se pone a prueba su inteligencia y su espíritu combativo.
Éste es el ambiente en el que se desarrolla Ender, un tercero llamado a ser el comandante en jefe de la flota terrestre frente a los insectores. Su propia existencia es una excepción, pues el ejército permitió a sus padres concebir un tercer hijo con la esperanza de que éste aunara las características de sus dos hermanos mayores. El resto de la novela es la historia de una gran manipulación a la que es sometida la mente de un niño, Ender y de su camino hasta llegar a ser el oficial que todos esperaban.
Ya digo que la idea es muy buena, y el desarrollo de la misma es brillante, hasta el propio desenlace de la guerra. Pero, posiblemente, para el lector actual algunas cosas resulten hasta cierto punto inocente. El sistema de reclutamiento del ejército planetario recuerda mucho a los de la extinta RDA con sus deportistas. Y yo diría que incluso la manipulación recuerda bastante aquellos métodos (todo vale si es en pos de la victoria). Sin embargo, un planeta que ha desarrollado los viajes interestelares, que ha logrado la comunicación inmediata entre sistemas planetarios, posiblemente no necesitara usar el método de la prueba y el error para la selección de infantes: bastaría una "simple" manipulación genética.
Al margen de ese problema, del que adolecen otras distopías escritas hace años (lo cual, además, es totalmente lógico), reconozco que la lectura se hace bastante entretenida, y que durante el desarrollo de la trama se producen algunos giros bastante inesperados, lo que hace del producto final un magnífico relato, menos de ciencia ficción, y más de los límites a los que puede llegar la manipulación de la mente de los seres humanos.

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