Hay vida después de la crisis, de J. C. Díez
Siempre hay vida. La vida se las arregla para resurgir. Que sepamos, ya ha habido cinco extinciones masivas y la vida se ha abierto camino después de cada una de ellas.
Así que no le falta razón al amigo José Carlos: el problema es que la vida después de la crisis puede no parecerse en nada a la que había anteriormente.
Así que no le falta razón al amigo José Carlos: el problema es que la vida después de la crisis puede no parecerse en nada a la que había anteriormente.
Y algo así pasa con las economías, como bien se encarga él de contarnos a lo largo de sus páginas. Este libro es un reflejo de la personalidad del autor: brillante en el regate, desbordante en las bandas y con mucha más profundidad de lo que parece a simple vista.
A lo largo de sus amenos capítulos, Díez nos explica la génesis de la Gran Recesión y nos ayuda a interpretar las enseñanzas de algunos economistas, a los que hemos tenido que sacar del congelador para ayudarnos a explicar los males de la economía mundial. Y, por supuesto, dedica la mayor parte de sus páginas a hablarnos de la enfermedad de "nuestra querida España". Todo ello, usando un lenguaje sencillo y al alcance de cualquiera.
Ésta es una de las grandes aportaciones del libro, acercarnos el pensamiento de economistas académicos, poniéndolos a un nivel que cualquiera pueda entender.
La segunda aportación es el mensaje de optimismo con el que cierra, cuando nos habla de la competitividad y de la teoría de los monos y los árboles. En este apartado (que es el final) hace una expresa referencia a la horticultura almeriense y al papel de la Estación Experimental de la Fundación Cajamar, la cual le invitamos a conocer en alguna de sus visitas a Almería.
La tercera gran aportación es un plan para salir de la crisis. A menudo se nos acusa a lo economistas (y con razón) de que sólo explicamos los problemas cuando estos han pasado o que nunca aportamos soluciones. Aunque también es cierto que ha sido gracias a una sabia combinación de economía y política como se ha salido de otras situaciones similares en el pasado. Lo que seguramente ocurre es que no es fácil detectar las enfermedades económicas, que son en siempre variantes de las enfermedades sociales. En este caso, Díez reconoce la dificultad añadida de España, que debe volver a crecer sin agravar mucho más el rampante aumento de la deuda pública, con serios problemas de sostenibilidad. Seguramente, se podrá diferir con él en alguna de las medidas que señala, pero desde luego lo que no se le puede negar es el valor de hacer una propuesta completa y defenderla, mucho más de lo que han hecho nuestros partidos políticos.
En resumen. Si uno quiere recibir una buena lección de macroeconomía (sembrada de sentido común) y quiere conocer las claves para salir de la depresión en la que nos encontramos, no debe dejar de leerlo. Se encontrará un texto ameno, escrito en un lenguaje asequible a todos los niveles y muy en la línea de su famoso blog: El Economista Observador...
Comentarios
Publicar un comentario