La conjura de los necios, de John Kennedy Toole
Mea culpa. No puedo entender cómo no leí antes esta novela. No puedo perdonarme haberla dejado pasar durante tanto tiempo. Al menos, estas navidades he tenido la oportunidad de corregir este error con una edición del Círculo de lectores que venía acompañada de una placa, la misma que acompaña esta entrada y que hoy adorna la pared de mi lugar de trabajo.
La conjura de los necios es su protagonista, un ser nauseabundo a priori, un hombre con un nombre anticuado (Ignatius), con unos ideales medievales (o eso dice él) y con una capacidad absoluta para meterse en líos. Lo tiene todo para ser un personaje insoportable. Y, sin embargo, termina haciéndose querer. En su existencia es imposible no encontrar cierto eco del Quijote, aunque a veces, aparecen rasgos del buen soldado Svejk. Con el primero comparte la locura y el vivir en un mundo particular que no se corresponde con la realidad, y con el segundo esa mala leche disfrazada de inocencia o necedad.
Ignatius que se ha pasado años escribiendo una tesis en casa de su madre, se ve obligado a trabajar para ganar dinero y no perder su hogar. Sin embargo, este pensador obeso no encaja en casi ningún sitio, más que en su propio mundo delirante. Por eso, su incursión en el mercado laboral deviene en un desastre detrás de otro.
La historia se desarrolla en Nueva Orleans, un ambiente que le pega a la perfección. Uno se imagina calles avejentadas, una ciudad decadente que le viene como anillo al dedo a este Ignatius. Su madre, una mujer sencilla que siempre lo ha dado todo por su hijo, comienza poco a poco a sospechar que su hijo, a lo peor, es un comunista. Su amor platónico es su pero enemiga y en su mente mantiene una dura competencia con ella...
La historia está narrada con soltura y hasta con gracia. Las situaciones surrealistas en los que se mete Ignatius no sólo lo son por él mismo, sino por el resto de personajes y el propio entorno en el que se desenvuelve la historia. En resumen, es una gran novela, con un gran personaje y una galería de secundarios que le dan perfecta réplica.
La conjura de los necios es su protagonista, un ser nauseabundo a priori, un hombre con un nombre anticuado (Ignatius), con unos ideales medievales (o eso dice él) y con una capacidad absoluta para meterse en líos. Lo tiene todo para ser un personaje insoportable. Y, sin embargo, termina haciéndose querer. En su existencia es imposible no encontrar cierto eco del Quijote, aunque a veces, aparecen rasgos del buen soldado Svejk. Con el primero comparte la locura y el vivir en un mundo particular que no se corresponde con la realidad, y con el segundo esa mala leche disfrazada de inocencia o necedad.
Ignatius que se ha pasado años escribiendo una tesis en casa de su madre, se ve obligado a trabajar para ganar dinero y no perder su hogar. Sin embargo, este pensador obeso no encaja en casi ningún sitio, más que en su propio mundo delirante. Por eso, su incursión en el mercado laboral deviene en un desastre detrás de otro.
La historia se desarrolla en Nueva Orleans, un ambiente que le pega a la perfección. Uno se imagina calles avejentadas, una ciudad decadente que le viene como anillo al dedo a este Ignatius. Su madre, una mujer sencilla que siempre lo ha dado todo por su hijo, comienza poco a poco a sospechar que su hijo, a lo peor, es un comunista. Su amor platónico es su pero enemiga y en su mente mantiene una dura competencia con ella...
La historia está narrada con soltura y hasta con gracia. Las situaciones surrealistas en los que se mete Ignatius no sólo lo son por él mismo, sino por el resto de personajes y el propio entorno en el que se desenvuelve la historia. En resumen, es una gran novela, con un gran personaje y una galería de secundarios que le dan perfecta réplica.
Novela imprescindible. En mi top5 resisitiendo desde hace muchos años. La he regalado con frecuencia y no deja a nadie indiferente. Todavía me arrepiento de no comprar una gorra Ignatius Style que encontré hace 7 años en un mercadillo de Valparaiso.
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