La palabra de 2025 será guerra

La posglobalización no tiene pinta de estar alumbrando un mundo más tranquilo. Al contrario. Los últimos años han puesto de manifiesto que la guerra ha vuelto a convertirse en una solución atractiva y eficaz ─al menos aparentemente─ para resolver los conflictos entre países. El fulminante ataque de Azerbaiyán para apoderarse de Nagorno Karabaj y poner fin a su enfrentamiento con Armenia el pasado año, aprovechando la incapacidad de Rusia ─aliado de esta última─ para mantener su atención más allá de Ucrania. La propia invasión rusa de Ucrania responde también a dicho razonamiento, alimentado por el éxito previo de la anexión de la península de Crimea en 2014. A su vez, Israel está aprovechando el impulso de la respuesta militar al ataque de Hamás de octubre de 2023 para redibujar el mapa de poder en Oriente Próximo, laminando la capacidad militar de Hamás en Gaza, de Hezbolá en El Líbano y de la Siria post el Asad y, de paso, reduciendo la capacidad de ataque de Irán.

Imagen creada con Gro

El pragmatismo es el nuevo norte

El mundo se ha convertido en un lugar en el que cada país recalcula sus posicionamientos en función de sus propios intereses, sin preocuparse demasiado por la supuesta moralidad de sus decisiones o sus principios. Estos han quedado relegados en favor del «pragmatismo», la palabra de moda en las relaciones internacionales.

Y la próxima llegada de Trump al poder no es más que un síntoma más de este nuevo estado de cosas. La primera vez que logró la presidencia de Estados Unidos se podía pensar que era una cuestión accidental, una especie de troleo electoral de los estadounidenses descontentos con la economía mundial que, eso sentían, les había dejado de lado. Pero ahora ya no podemos achacarlo a eso, y menos si lo ponemos en relación con lo que ha venido sucediendo en gran parte del mundo. Los candidatos de corte populista y hasta cierto punto antisistema ─principalmente de derecha, pero no solo─ han comenzado a ganar elecciones en todo el mundo, incluso en Europa.

La próxima llegada de Trump al poder no es más que un síntoma más de este nuevo estado de cosas

Estas fuerzas encuentran su apoyo en sociedades muy polarizadas. Las investigaciones al respecto encuentran que, donde se encuentran aquejados de este mal, las opiniones moderadas o centristas suscitan un mayor rechazo que las extremas. Y entre los países más afectados tenemos algunas de las mayores potencias actuales. En 2023, según el Edelman Trust Barometer, había 6 países severamente polarizados: Argentina, Colombia, Estados Unidos, Sudáfrica, España y Suecia. Y otros nueve en grave riesgo: Brasil, Corea del Sur, México, Francia, Reino Unido, Japón, Países Bajos, Alemania e Italia.

Un futuro llamado guerra comercial

La guerra se nos aparecerá con numerosos y variados apellidos. Uno de los más usuales será guerra comercial; de hecho, ya lo está siendo. La mayor de todas ellas es la que está enfrentando a Estados Unidos con China, las dos grandes potencias de nuestra época y aquejadas ambas de serios problemas económicos y sociales. La primera, apoyada en un sector tecnológico puntero, está intentando recuperar parte de la actividad que se deslocalizó a partir de los años 80, a la vez que intenta impedir el acceso a los semiconductores más avanzados del gigante asiático. Este, a su vez, necesita seguir creciendo para no frenar la mejora del nivel de vida de su población. Pero los problemas del sector inmobiliario y el acelerado envejecimiento están dificultando un cambio de modelo desde las exportaciones hasta el consumo interno. Además, la apuesta por el sector tecnológico se encuentra limitada por los esfuerzos estadounidenses en contra de los intereses de China y sus empresas en este terreno. Esta es una guerra que se está combatiendo en varios frentes y que involucra a otros países y territorios, como Países Bajos en Europa o Taiwán en Asia. Y que tiene un reflejo muy relevante en los mercados de materias primas, en los que China lleva años fortaleciendo su posición como comprador y productor, extendiendo sus redes de influencia por toda África, América del Sur y Asia.

No será la única. Es posible que se abran nuevas guerras comerciales en los próximos meses: de Estados Unidos con la Unión Europea, de la Unión Europea con China, de China con Australia, incluso de los socios de la UE entre ellos…

Las otras guerras

Otro de los apellidos usuales será cultural. En los países más polarizados, se habla abiertamente de ella desde hace años. Hay una cruzada antiwoke, pero también la hay antifascista, una guerra de religiones, de civilizaciones, contra la desinformación, contra el calentamiento global, y un larguísimo etcétera. Aunque, por encima de todos, el adjetivo «tecnológica» va a definir claramente esta época. Porque las herramientas con las que se están afrontando todas las guerras (independientemente del apellido) son en gran medida tecnológicas.

El control de las tecnologías y de las materias primas que se precisan para la producción de los equipos está en la base de un grandísimo enfrentamiento geopolítico de nuevo con China y Estados Unidos como principales protagonistas. Un enfrentamiento que cada vez se parece más a la carrera espacial, aunque ahora la meta es bastante más difusa, ya que involucra a la inteligencia artificial, la computación cuántica y las tecnologías detrás de la transición energética. Es decir, el cóctel básico detrás de la revolución industrial en la que estamos inmersos desde el comienzo de siglo. Y, como durante la guerra fría, también hay un enfrentamiento de modelos contrapuestos, el estadounidense, comandado por unas corporaciones tecnológicas cuyo poder e influencia es ya superior en bastantes ocasiones al de los propios Estados, y el chino, con una mezcla muy suigéneris de control estatal e iniciativa privada.

El control de las tecnologías y de las materias primas que se precisan para la producción de los equipos está en la del grandísimo enfrentamiento geopolítico entre China y Estados Unidos

En 2025 vamos a vivir otra vez de sobresalto en sobresalto y en Europa, especialmente, tendremos que elaborar una estrategia que nos permita ganar el futuro, bien sea adoptando una visión alineada con alguno de los dos contendientes o, mucho más difícil, pero posiblemente con más posibilidades de éxito, abriendo una tercera vía que nos permita mantener un espacio de colaboración política, tecnológica y medioambiental con el resto del mundo –y con las dos superpotencias–. Aunque, para ello, primero tendremos que ser capaces de vencer las fuerzas centrífugas que ahora mismo ganan peso en los Estados miembros.

A pesar de todo ello... Feliz 2025…





Comentarios

Entradas populares de este blog

Cambio de modelo, sí o sí

¿RSS-lo-cualo?

Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos